El universo modernista de Buenos Aires es de un valor clave para la cultura argentina. El Art Nouveau, movimiento artístico de la era eduardiana (del rey Eduardo VII de Inglaterra), que se expandió por todo el mundo, coincidió en Argentina con el alud inmigratorio y la consecuente explosión urbana de su ciudad más importante, muestrario de todas las expresiones que se hicieron en los siglos XIX y XX.
El fotógrafo Xavier Verstraeten captó magistralmente parte de los edificios y esculturas Art Nouveau que constituyen uno de los ornatos más bellos de la ciudad, desde las magníficas y controvertidas estatuas de Lola Mora hasta el impresionante Palacio Barolo (foto), que data de 1919; otro edificio que se yergue en la calle Hipólito Yrigoyen, 2562, construído en 1911 y el Palacio San Martín, pasando por el Club de Pescadores de la Dársena Norte, el hotel Chile y la Galería Güemes. No podemos dejarnos en el tintero el edificio de Marcelo T. de Alvear, 1577, y la farmacia de Berutti, 3100.
Una reacción estética a la civilización industrial
La era eduardiana, que abarcó de 1841 a 1910, vio una gran variedad de corrientes artísticas: Post Impresionismo, Expresionismo, Fauvismo, Cubismo, Futurismo…
Pero el que más se asentó y tuvo más difusión fue el Art Nouveau o Modernismo, surgido como una reacción estética a la revolución industrial que alcanzó a la mayoría de los países europeos y los Estados Unidos en los siglos XIX y XX.
Aunque cada país desarrolló su propia dinámica de industrialización, hubo una serie de pautas comunes que cambiaron las estructuras económicas.
Basado en el Simbolismo y el acercamiento a la forma orgánica, el Art Nouveau fue esencialmente un estilo decorativo que tomó como elemento básico de definición la línea ondulante, transformándola en imagen de languidez o expresión de fuerza vital.
Los modernistas intentaban aplicar el arte a la vida cotidiana, incluídos, por ejemplo, los muebles.
“Arts and Crafts”
El movimiento inglés Arts and Crafts fue el primero en reivindicar la necesidad de producir objetos auténticos y bellos, y no los de factura basta y hechos industrialmente.
El mueblista M. Hugh Baillie Scott descolló enseguida, influido por las formas de Mackmurdo. Andrew Silver fundó, en cambio, un taller de quisicosas mal diseñadas.
En Alemania, Richard Riemenschmidt y el docorador de interiores Reinhard Pankok promovieron la creación de corporaciones de artesanos.
En España destacó el mueblista Garon, mientras que en Francia el ebanista Majorelle, miembro de la escuela de Nancy, se hizo mundialmente conocido.
En Argentina, país fuertemente agroexportador, sin industrias manufactureras, el ingreso del Art Nouveau se produjo rápidamente, tanto más cuanto que Buenos Aires, su capital, se inclinó siempre a lo francés en materia de preferencias culturales.
En el contexto porteño el estilo Art Nouveau prendió fundamentalmente en publicaciones populares, frentes de viviendas y objetos de decoración.
© José Luis Alvarez Fermosel
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