En una ocasión, el célebre pintor
Whistler envió un mensaje urgente a Sir Morell MacKenzie, eminente
otorrinolaringólogo británico, pidiéndole que fuera a verle inmediatamente.
Sin pérdida de tiempo, el especialista
se dirigió a casa del pintor y, una vez en ella, comprobó con asombro que éste
le había llamado para que examinara a un perro enfermo.
El facultativo no hizo ningún
comentario; atendió al animal y se marchó. Al día siguiente mandó llamar con
urgencia al artista. Cuando éste llegó, presuroso, MacKenzie le recibió con la
mayor naturalidad.
-
¿Qué tal, señor Whistler? -le dijo-. Me alegro de que haya venido tan pronto.
Deseaba verle porque quiero pintar esa habitación.
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James
Abbot McNeill Whistler (Picasso tenía más nombres: Pablo, Diego, Isé, Francisco
de Paula, Juan Nepomuceno, María de los Remedios de la Santísima Trinidad, Ruiz
y Picasso), Whistler, que vio la luz cuando América empezaba a convertirse en
el célebre melting pot, o crisol de razas, nació en Massachussetts el 14
de julio de 1834 y murió en Londres, el 17 de julio de1903.
En
contraposición a los prerrafaelitas, propuso una pintura basada en las
vibraciones del color. Pretendió que sus cuadros fueran combinaciones o
sinfonías de tonos cromáticos. De ahí que se le considerara como el creador de
un estilo denominado tonalismo.
El
retrato de su madre –pintado en Chelsea en 1871- fue subtitulado Combinación
en gris número1.
A
principios del siglo XIX, la pintura estadounidense siguió dependiendo de
Europa; y en ese continente, primero en Londres –de moda hasta el siglo XVIII-
y luego en París, se impuso una boga que se extinguió con los primeros
cañonazos de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
En
la segunda mitad de la década, algunos de los principales artistas
estadounidenses, como Mary Cassatt, John Singer Sargent y James Whistler se
instalaron en París y en Londres, donde se codearon con sus émulos
impresionistas y con los pertenecientes a las tendencias posteriores.
La
versión romántica de la realidad
Los
escenarios naturales incontaminados fueron en principio los temas protagónicos
de una pintura que partía del realismo para transfigurarlo en una versión
romántica y sugestiva, con un acendrado espíritu nacionalista.
El
exponente más claro de la llamada pintura de género, que se desarrolló junto a
la corriente paisajista del siglo XIX, fue George Caleb Bingham, que retrató la
vida de los navegantes en las balsas fluviales del Missouri.
Wislow
Homer llevó a sus lienzos, en espectaculares marinas, la existencia no menos
azarosa de los pescadores del Atlántico.
Homer,
gracias a su ejecución pictórica libre y anticonvencional, ocupó un lugar de
privilegio entre los maestros estadounidenses clásicos.
Whistler
fue el más conspicuo, por su vida agitada y sus boutades. Estudio en
West Point, la Academia Militar de los Estados Unidos, de donde fue expulsado
por su conducta errática y su
indisciplina.
Ilustró
Les Chauves Souris con Antonio de la Gándara, uno de sus muchos amigos,
entre los que destacaban los impresionistas.
Compartió
su amante, Joanna Hiffernan, como modelo, con
Gustavo Courbet.
©
José Luis Alvarez Fermosel
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