Alférez de navío cuya vaca
es la ballena; y por reloj la brújula.
La palmera encendida en papagayos
y el negro azul; cañaveral de azúcar.
Marino del Caribe o Filipinas
que cruzas suaves playas de criollas
con faldas rojas y pañuelos blancos.
Tu timón huele a clavo y a canela
y en la noche del trópico estrellada
visitas -un farol bajo las velas-
al marinero enfermo de escorbuto.
Trae el limón del Sur, trae la vainilla
y el arroz de Luzón y sus corales,
el opio de Shanghai con los marfiles
del elefante de Sierra Leona.
¿Lloras por el landó de la cubana,
cuando iba a oír la ópera a Santiago?
Tu negro piano lleno de sextantes
solloza un vals entre los planisferios.
Dame tu lente, que en el horizonte
distingue el surtidor del ballenato
y la bandera inglesa entre la niebla.
Habla con tu alfabeto de banderas
al mirador de la hija del negrero
cuyos rosales ilumina el faro.
Y pinta, a la acuarela, a Oceanía
con una orla verde de delfines
y un indígena rojo sobre el mapa
con un ojo de cíclope en la frente.
es la ballena; y por reloj la brújula.
La palmera encendida en papagayos
y el negro azul; cañaveral de azúcar.
Marino del Caribe o Filipinas
que cruzas suaves playas de criollas
con faldas rojas y pañuelos blancos.
Tu timón huele a clavo y a canela
y en la noche del trópico estrellada
visitas -un farol bajo las velas-
al marinero enfermo de escorbuto.
Trae el limón del Sur, trae la vainilla
y el arroz de Luzón y sus corales,
el opio de Shanghai con los marfiles
del elefante de Sierra Leona.
¿Lloras por el landó de la cubana,
cuando iba a oír la ópera a Santiago?
Tu negro piano lleno de sextantes
solloza un vals entre los planisferios.
Dame tu lente, que en el horizonte
distingue el surtidor del ballenato
y la bandera inglesa entre la niebla.
Habla con tu alfabeto de banderas
al mirador de la hija del negrero
cuyos rosales ilumina el faro.
Y pinta, a la acuarela, a Oceanía
con una orla verde de delfines
y un indígena rojo sobre el mapa
con un ojo de cíclope en la frente.
© Agustín de Foxá
Agustín de Foxá Torroba (1903-1959), conde de Foxá, marqués de Armendáriz: aristócrata, por tanto; abogado, diplomático, escritor, miembro de número de la Real Academia Española (RAE), viajero del mundo y esencialmente poeta, cultivó casi todos los géneros literarios con la máxima fortuna.
Fue, sobre todo, un magnífico cultor de la crónica viajera y un articulista de lujo.
Quizás él y César González-Ruano, cada uno con su estilo, fueran los más brillantes escritores de diarios, o en diarios de la generación que se destacó después de la Guerra Civil, aunque tanto el uno como el otro se habían afirmado como escritores con anterioridad. Ambos fueron amigos, ambos lo fueron de mí y yo lo fui de ellos –pese a la diferencia de edad que nos separaba- y fui también su alumno más ferviente y respetuoso, si no el más aprovechado.
Foxá escribió la mejor novela sobre la Guerra Civil española, según el dictámen unánime de críticos, colegas y lectores: “Madrid, de Corte a checa”, de la que se han hecho numerosas ediciones, la última en 2006 (Ciudadela).
Foxá impregnó toda su obra de una poesía tan vital y tan sutil como él mismo lo fue como persona.
“El almendro y la espada”, “La niña del caracol”, “El toro, la muerte y el agua” y “El gallo y la muerte” fueron sus libros de versos más celebrados y están entre los mejores de la poesía española del siglo XX, aunque prejuicios varios hayan impedido hasta ahora reconocerlo así.
También escribió ensayos, cuentos, teatro y tentó el género del documental cinematográfico.
Pero lo más lujoso de toda su obra fueron sus artículos publicados en la tercera página del diario conservador ABC de Madrid, que enviaba desde los distintos países donde desarrolló su carrera diplomática.
Obtuvo varios premios, entre ellos el Mariano de Cavia, en 1948, por su artículo titulado “Los cráneos deformados”.
Conversador extraordinario, inimitable, ingeniosísimo, saltaba rápidamente de la agudeza a la ironía y a la justicia sin blanduras. Sus coetáneos coincidieron en que el brillo de su ingenio verbal opacó un tanto su obra escrita.
6 comentarios:
Querido Caballero Español: 1º) Lo felicito por el poema de Foxá. Es bellísimo. Le pregunto si usted sabe, de casualidad, en qué libro puede estar para intentar conseguirlo. 2º) Toda, aunque le parezca mentira, toda mi familia está más que ansiosa esperando que llegue el 28 para volver a escucharlo junto a Lanny. Hoy escuchamos toda la gente que llamó para felicitar a Rolando. Lamentablemente, a nosotros nos dió siempre ocupada la línea pero seguiremos intentando a ver si tenemos suerte. A través de su blog lo felicito a Lanny, que haya podido concretar su compañía. ¡Qué buena noticia para comenzar el año!
Estaremos esperando con toda ansiedad el día 28. ¡Muchas, muchas felicidades para ud. y la señorita maestra! María Inés (de Bernal)
Muchas gracias, María Inés, por tu cariñoso mensaje y tus buenos desos. Parte de la obra de Foxá puede que esté en España, porque hace relativamente poco tiempo se reeditaron sus obras completas. El poema al que te refieres y otros más los puedes sacar por Internet de Wikipedia. Muchas felicidades para ti también.
Bellas letras, es lamentable que los escritores de diarios en estos tiempos carezcan de muchas veces de preparación, escribiendo con miedo y confabulados con los sectores que le firman los cheques.
Saludos y gracias por compartir un poco de sus conocimientos sobre este gran señor.
Tienes razón: muchos... "escritores" de hoy en día mejor sería que se dedicaran a escardar cebollinos. Foxá era, efectivamente, un gran señor y un gran ser humano. El agradecido soy yo por tus comentarios y tu buena disposición con respecto a mi blog.
¡Qué hermoso poema! ¿Tiene más de este escritor? Me gustaría, si pudiera, que alguna vez leyera alguno por radio. Entre el poema y su voz, yo le pido el divorcio a mi marido. Muchos cariños y le deseo lo mejor en su regreso a la radio. Soy argentina pero estoy radicada en Miami desde hace ya varios años. Mi nombre es Sara.
¡Hombre, Sara, no es para tanto! En todo caso son los versos y no la voz. Estamos teniendo un calor aquí que yo creo que supera al de Miami. Tomaos tu marido y tú un daiquiri a mi salud en el bar del hotel Fontainbleu, mientras pensáis lo del divorcio. Afectuosos saludos.
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