Se ha hablado y se habla hasta la saciedad de los derechos humanos. Quienes más hablan de ellos suelen ser los que menos los respetan. Muchos entienden que los derechos humanos son únicamente los suyos.
Esto hay que vigilarlo, al parecer. De ahí que al escultor italiano Paolo Spalla se le ocurriera materializar esa vigilancia creando una joya extraña y un poco inquietante por su parecido con un dogal, o con un llavero diseñado para que cuelgue del cuello, a la que se denominó “Vigilancia de los derechos humanos”.
Se trata de una gargantilla, cuya reproducción fotográfica ilustra estos renglones, creada para la casa Ferraris. Es de oro e incorpora un guijarro de la misma forma que el río Po, que riega el Piamonte y la Lombardía, pasa por Turín, Pavía, Piacenza y Guastalla y desemboca en el mar Adriático
La pieza que pende del arco tiene un zafiro en cabujón, es decir, pulimentado, no tallado y convexo. El oro utilizado en la confección de esta gargantilla es el verde, una aleación de color amarillo-verdoso que se obtiene combinando oro puro con plata de 800 milésimas.
La gargantilla impresiona un poco, ya se dijo. Y también plantea algunas interrogantes, como por ejemplo: ¿llevando esta alhaja colgada del cuello se tiene siempre presente que hay que vigilar el respeto de los derechos humanos?, ¿fue diseñada a partir de la petición de alguien que vigila siempre que no se conculquen los derechos humanos?, ¿qué tienen qué ver la política y el derecho con las joyas y los ríos?
Además, los que se proclaman defensores a ultranza de los derechos humanos, los que hablan siempre de este tema hacen gala de su sobriedad, de su austeridad, si no son pobres dicen que lo son y, por tanto, no se los imagina uno poseyendo alhajas o relacionándose con ellas.
¿Cuál es, repetimos, la conexión de todo esto con el oro, los zafiros tallados en cabujón, o de la forma que sea, y la plata?
Viene uno a enterarse ahora, por otra parte, que a las joyas, o por lo menos a algunas se les ponen nombres, aunque recordamos que a ciertos diamantes, como el maldito Hope, se les ponen nombres .
Esta es, a nuestro jucio, una joya rara, francamente.
Esto hay que vigilarlo, al parecer. De ahí que al escultor italiano Paolo Spalla se le ocurriera materializar esa vigilancia creando una joya extraña y un poco inquietante por su parecido con un dogal, o con un llavero diseñado para que cuelgue del cuello, a la que se denominó “Vigilancia de los derechos humanos”.
Se trata de una gargantilla, cuya reproducción fotográfica ilustra estos renglones, creada para la casa Ferraris. Es de oro e incorpora un guijarro de la misma forma que el río Po, que riega el Piamonte y la Lombardía, pasa por Turín, Pavía, Piacenza y Guastalla y desemboca en el mar Adriático
La pieza que pende del arco tiene un zafiro en cabujón, es decir, pulimentado, no tallado y convexo. El oro utilizado en la confección de esta gargantilla es el verde, una aleación de color amarillo-verdoso que se obtiene combinando oro puro con plata de 800 milésimas.
La gargantilla impresiona un poco, ya se dijo. Y también plantea algunas interrogantes, como por ejemplo: ¿llevando esta alhaja colgada del cuello se tiene siempre presente que hay que vigilar el respeto de los derechos humanos?, ¿fue diseñada a partir de la petición de alguien que vigila siempre que no se conculquen los derechos humanos?, ¿qué tienen qué ver la política y el derecho con las joyas y los ríos?
Además, los que se proclaman defensores a ultranza de los derechos humanos, los que hablan siempre de este tema hacen gala de su sobriedad, de su austeridad, si no son pobres dicen que lo son y, por tanto, no se los imagina uno poseyendo alhajas o relacionándose con ellas.
¿Cuál es, repetimos, la conexión de todo esto con el oro, los zafiros tallados en cabujón, o de la forma que sea, y la plata?
Viene uno a enterarse ahora, por otra parte, que a las joyas, o por lo menos a algunas se les ponen nombres, aunque recordamos que a ciertos diamantes, como el maldito Hope, se les ponen nombres .
Esta es, a nuestro jucio, una joya rara, francamente.
© José Luis Alvarez Fermosel
4 comentarios:
Caballero: Muy interesante su artículo. Creo que nunca me hubiera imaginado que alguien intentara representar a los derechos humanos a través de una gargantilla... aunque en realidad no estoy segura si fue esa su intención...
Coincidimos: Es una joya rara.
Saludos. Agustina.
Estimado Caballero Español: Coincido con usted. Vaya a saber qué pensó el diseñador cuando la hizo. Personalmente, me parecería que me están ahorcando con ese arco. Ni siquiera se parece a una gargartilla. Un beso enorme. Susana.
Agustina: Es una joya rara, en efecto. Defendamos los derechos humanos (los de todos) y luzcamos, en todo caso, joyas más convencionales. Gracias y cariños.
Susana: Vivimos tiempos raros, con gente rara, de costumbres raras, que diseña joyas raras. ¡Tiempos raros y... difíciles! Animo y cariños.
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