sábado, 7 de agosto de 2010

Supersticiones, manías y compulsiones

“Las del tío Pelete, que no llegaban a siete”. Nunca se supo quién fue el tío Pelete, ni cuáles eran las cosas que tenía, que no llegaban a siete, aunque se deduce que eran cartas, porque esta expresión se utiliza en España en los juegos de naipes cuando a uno le va mal.
“Año de siete, deja España y vete”. Este refrán considera el valor emblemático y supersticioso del número siete, y debe su origen a la heptolatría, o superstición maléfica en torno a ese número, antiquísima en todas partes.
El número siete es quizás el que más se repite en el simbolismo numérico de todas las tradiciones.
Por ejemplo, los hebreos no sembraban un año cada siete según su ley. De ahí nació la creencia de que cada siete años uno es estéril, de que el séptimo día de enfermedad es decisivo, de la eficacia de los siete baños, etc.
Para los chinos el Zorro de Siete Colas representa al genio maléfico por excelencia. Para los musulmanes, siete son las divinidades del Infierno “(…) y oirás batir sus puertas”.
Estanislao Correas y otros tratadistas recuerdan que es creencia popular que en las enfermedades, el séptimo día es crucial y, en la vida, el año siete es peligroso; y aun en los frutos, cada año de siete no se tiene por bueno, que parece que descansa en él la tierra.
También se dijo antiguamente “Año de veintisiete, deja Roma y vete”, en alusión al saqueo de Roma por las tropas imperiales de Carlos I de España y V de Alemania en 1527.
Hay la creencia general de que de siete en siete años el hombre hace crisis moral y material­mente, y renueva a lo largo de cada espacio de éstos todas sus células, modificando sus gustos y aficiones. De ahí debe venir lo de la picazón del séptimo año en el matrimonio.
La realidad es que con la razón y la experiencia varían imperceptiblemente esto, lo otro y lo de más allá durante toda la vida.
Si la creación fue hecha en seis días, el séptimo es el día del descanso, en el que todo retorna a la unidad del principio. Siete son las notas musicales, siete son los chakras, dicen que los gatos tienen siete vidas, siete son los pecados capitales.
En el Antiguo Testamento se menciona setenta y siete veces el número siete, que es el punto central del hexágono, la estrella de David y la cruz tridimensional. Podríamos seguir así “ad infinitum”.
Hay gente supersticiosa que cree en estas y otras cosas por el estilo. También están los maniáticos, y entre ellos los coleccionistas y, sobre todo, los acopiadores compulsivos de objetos, como un servidor, que fuera de la computadora no puede escribir más que con pluma estilográfica y siempre pide a sus familiares que le regalen esos mínimos y bellos instrumentos por su cumpleaños. No soy yo el único maniático en ese sentido. Tengo colegas, y conozco algún que otro médico que tienen la misma compulsión. Entre los devotos de la lapicera fuente estaba Jorge Guinzburg, a quien seguimos extrañando.
Peor era lo de aquel señor, que desde el momento en que se hallaba en una habitación donde había un reloj, fuera su clase la que fuera, grande o pequeño, reloj antiguo con péndulo en su vitrina, o despertador encima de una chimenea, dejaba invariablemente de prestar atención a las conversaciones hasta que, por fin, conseguía acceder al reloj y ponerlo a la misma hora que el suyo. Lo hacía en todas partes, incluso cuando estaba de visita en casas de personas que apenas conocía, y hasta en cualquier tienda o centro comercial en el que hubiese entrado a comprar un paquete de clavos, aspirinas, una corbata o un libro.
Sin embargo, no era relojero, sino ingeniero de caminos, canales y puertos.
Otro conocido mío se moría por las mujeres bizcas, y apenas veía una, donde fuera, se le tiraba encima, o poco menos. Se llevó varios disgustos, y algún bofetón.
Quizás no sea malo ser supersticioso, tener un “hobby”, una manía o hasta una compulsión –siempre y cuando ésta sea inofensiva-. Pero hay que tener cuidado, porque todo tiene un límite.

© José Luis Alvarez Fermosel

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2 comentarios:

Chaio dijo...

Hola, José Luís. Antes te escuchaba en radio, hasta que desapareciste misteriosamente. Ahora estoy leyendo varios artículos de tu blog y te cuento que me siento muy a gusto. Muchas gracias por escribir acerca de estos temas tan interesantes, necesitaba esto. ¡Saludos!

Caballero Español dijo...

Querido Chaio: muchas gracias por tu mensaje. Me alegro mucho de que te gusten mis trabajos. Es poco corrientes hoy en día recibir este tipo de comunicación, tan halagadora y tan simpática. Te deseo muy buena suerte. Un abrazo.