La guerra cibernética, que acaba de estallar por la iniciativa de un “hacker”, amenaza con ser tan artera y preocupante como la Guerra Fría.
Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial (1939–1945) se produjo una soterrada confrontación ideológica y política entre las dos grandes potencias mundiales, Estados Unidos y la URSS.
Fue la turbia, tensa y agorera Guerra Fría, que dio origen a una espectacular intensificación del espionaje mundial y a incidentes que, en más de una oportunidad, hicieron temer que estallara una tercera conflagración.
La crispación afectó negativamente a los años 60, tan intensos, tan proteicos, tan ricos en nuevas manifestaciones culturales y sociales, por otra parte.
El ocaso del comunismo en 1989 (caída del muro de Berlín) y el golpe de Estado en la URSS en 1991 marcaron el término de la Guerra Fría.
Pero el mundo no disfrutó de una bien ganada paz. Se libraron otras guerras, surgió –o aumentó- el fundamentalismo religioso, el narcotráfico llegó a un grado de desarrollo inquietante, se produjeron infinidad de actos terroristas que cobraron miles de víctimas y, en una palabra, el hombre siguió siendo lobo para el hombre.
La llegada del siglo XXI estuvo marcada por un gran desarrollo de la tecnología de las comunicaciones.
Se cumplieron las predicciones de Jay Stanley y Barry Steindhart, de la Unión de las Libertades Civiles Americanas, quienes anticiparon hace tiempo que nos acercábamos a pasos agigantados al terrorífico mundo permanentemente vigilado que describe George Orwell en su libro “1984”.
La vigilancia se convirtió en una ciencia. Llegó el Gran Hermano.
Las agencias internacionales de noticias no dejan de informar acerca de un tema que aparece tan alarmante o más de lo que fue la Guerra Fría en su momento.
La web Urgente24 reproduce un extenso cable de Reuters sobre el particular.
Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial (1939–1945) se produjo una soterrada confrontación ideológica y política entre las dos grandes potencias mundiales, Estados Unidos y la URSS.
Fue la turbia, tensa y agorera Guerra Fría, que dio origen a una espectacular intensificación del espionaje mundial y a incidentes que, en más de una oportunidad, hicieron temer que estallara una tercera conflagración.
La crispación afectó negativamente a los años 60, tan intensos, tan proteicos, tan ricos en nuevas manifestaciones culturales y sociales, por otra parte.
El ocaso del comunismo en 1989 (caída del muro de Berlín) y el golpe de Estado en la URSS en 1991 marcaron el término de la Guerra Fría.
Pero el mundo no disfrutó de una bien ganada paz. Se libraron otras guerras, surgió –o aumentó- el fundamentalismo religioso, el narcotráfico llegó a un grado de desarrollo inquietante, se produjeron infinidad de actos terroristas que cobraron miles de víctimas y, en una palabra, el hombre siguió siendo lobo para el hombre.
La llegada del siglo XXI estuvo marcada por un gran desarrollo de la tecnología de las comunicaciones.
Se cumplieron las predicciones de Jay Stanley y Barry Steindhart, de la Unión de las Libertades Civiles Americanas, quienes anticiparon hace tiempo que nos acercábamos a pasos agigantados al terrorífico mundo permanentemente vigilado que describe George Orwell en su libro “1984”.
La vigilancia se convirtió en una ciencia. Llegó el Gran Hermano.
Las agencias internacionales de noticias no dejan de informar acerca de un tema que aparece tan alarmante o más de lo que fue la Guerra Fría en su momento.
La web Urgente24 reproduce un extenso cable de Reuters sobre el particular.
© José Luis Alvarez Fermosel
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