lunes, 12 de septiembre de 2011

Los "brownies" de Daisy May


No recuerdo haber comido en mi vida unos “brownies” tan exquisitos –hechos por ella-, como los que me regaló la inteligente, dinámica y popular locutora y conductora de medios audiovisuales Daisy May, que también es muy bella, por fuera y por dentro.
Venían en una caja de latón preciosa, con la Puerta de Alcalá de Madrid grabada en la superficie de la tapadera. Consumidos los “brownies” con deleite, conservé la caja, en la que guardo toda clase de quisicosas y pequeños “bibelots”. Lo importante es que cada vez que la abro me acuerdo de mi querida compañera de Radio Continental Daisy May, con la que tuve el gusto de trabajar una corta temporada en un programa que ella condujo en ausencia de su titular, Rolando Hanglin. Creo que hicimos un buen trabajo. Y además, nos divertimos mucho.

Los “Brownies” de Stevenson            

Siempre se dijo que el escritor Robert L. Stevenson se inspiraba en sus sueños para escribir algunas de sus obras. Pues mire usted por donde, ahora venimos a enterarnos, por el Diccionario de Mitología Abreviado de Michael Danneels (Editorial Andrómeda), de que lo que dijo en realidad el famoso escritor escocés  fue que había conseguido adiestrar a sus… “Brownies” en el oficio literario y cuando dormía, estos le sugerían algunos de sus argumentos más conocidos, como el de la novela “El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hide”.
Los “Brownies”de Stevenson –privativos de las leyendas escocesas- son unos hombrecillos serviciales, muy parecidos a los “Hobold”: criaturas míticas de origen germánico que van siempre tocadas con un chapelete rojo. Se los tiene por temibles, pero son inofensivos. Los ciudadanos de Upper Posada los mencionan en la película “The edge of the world” (1937), de Michael Powell, un drama rural centrado en la familia.
A los “Brownies” de Stevenson se los relacionó con enanos, o gnomos, ya que tenían la estatura de un niño y el rostro de un anciano. Combinación inquietante, pero no eran malos.

Los mejores “brownies”

Los “Brownies” frecuentaban las granjas de Escocia y ayudaban a los humanos en las tareas domésticas, mientras estos dormían. No podían tolerar el ruido, y mucho menos los tumultos.
Los “brownies” que a mí más me gustan son los de Daisy. No sé cómo los hace; es decir, sí: ¡los hace como los dioses! O como los “Brownies” de Stevenson, si que estos hacían “brownies”.
De cualquier manera convendrá que recordemos que un “brownie” -literalmente “marroncito- es un pastel de chocolate pequeño, parecido a una galleta, típico de la repostería de los Estados Unidos.
Se llama así por su color castaño oscuro, o “brown” en inglés. Ocasionalmente se cubre con “fudge” -un jarabe de chocolate muy espeso- y puede llevar dentro pedacitos de nueces, chocolate, “butterscotch” –una especie de “toffee” crujiente- y mantquilla, que en el caso de los norteamericanos será, naturalmente, mantequilla de maní.
Se cree que la primera mención que se hizo de un “brownie” provino de 1896, pero no llevaba chocolate, sino melaza.

© José Luis Alvarez Fermosel

N. del E: He escrito “Brownie” con B mayúscula en el caso de los duendes de Stevenson, o de otros, para personalizarlos, diferenciándolos de un “brownie”, que con minúscula es un pastel. 
 

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