lunes, 5 de septiembre de 2011

Mi pueblo

Releo un librito delicioso de Chamico, seudónimo  que popularizó e inmortalizó al escritor argentino Conrado Nalé Roxlo, poeta y comediógrafo, en su obra estrictamente humorística.
Digo librito porque no es un libro de muchas páginas. Se titula “Mi pueblo”. El profesor de Literatura Eduardo Marcelo Dayán estuvo a cargo de la Introducción, Notas y formulación de Propuestas de Trabajo. Magnífica labor la suya, por cierto.
Esta edición es de Colihue y pertenece a su Colección Literaria. Emecé publicó la primera en 1953.
“Mi pueblo” es un conjunto de historias exageradas en los perfiles más absurdos, que se relacionan directamente con actividades que siempre tienen que ver con la risa, la broma y la ironía porque -como dice Dayán en la Introducción- en esta obra que tiene poesía y ternura, cuando el pensamiento se vuelve grave, una voltereta nos lleva otra vez al mundo del humor.
La lectura de Chamico provoca en el lector los efectos que señala el diccionario para el chamico. “Dar chamico” equivale a embrujar, a hechizar.

Crítica a partir de la tolerancia

Daniel Freidemberg dice que “mi pueblo” divierte y mueve a pensar a partir de la muestra de las flaquezas humanas, por eso, precisamente, fáciles de comprender por el lector. La crítica siempre surge en Chamico a partir de la tolerancia, la ternura, la piedad. A veces se añade, encubierta y dolorida, la sensibilidad del poeta Nalé.
“Mi pueblo” –recuerda Diana Bellesi- agrupa veintinueve capítulos sin numerar: pequeñas historias o estampas evocadas que no siguen una línea argumental. Emergen del ayer hechos y personajes recordados por el narrador adulto que fue uno de los chicos pueblerinos”.
Para María Moreno, “Mi Pueblo” y su narrador son aplicables al primero y último verso  del poema “Hecho a mano” de María Elena Walsh, que dedica a su pueblo, Ramos Mejía: “En mis tiempos había tiempo”/”Después vinieron los relojes”.
“Mi pueblo” es San Fernando –a 28 kilómetros al norte de Buenos Aires-. Allí pasó su niñez, ya se dijo, Conrado Nalé Roxlo, autor de una frase inolvidable: “El humor es la última flor de la civilización”. En otra oportunidad afirmó: “El humorismo, como la poesía, es una esencia universal”.

Humorismo y poesía

El humorismo y la poesía  fueron a su vez la esencia del poeta, comediógrafo, narrador y periodista, que transfiguró poéticamente la realidad, creando la suya propia.
“El grillo”, acaso su poema más conocido, es al mismo tiempo –en la opinión de uno de sus críticos- transparente y tintineante como es chispeante su aptitud de comediógrafo en “Libro de quejas”, “La cola de la sirena” o “Una viuda difícil”.
“El diario de mi amiga Cordelia, la niña hada” está impregnado de una ternura calificada de angelical.
Como memorialista, se le deben a Nalé Roxlo las biografías de Amado Villar y Alfonsina Storni.
Son imperdibles sus crónicas y otros trabajos periodísticos publicados en los diarios de Buenos Aires El Mundo y Clarín.

© José Luis Alvarez Fermosel

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