lunes, 10 de septiembre de 2007

Luna

Jacobo, el niño tonto, solía subirse a la azotea y espiar la vida de los vecinos.
Esa noche de verano el farmacéutico y su señora estaban en el patio, bebiendo un refresco y comiendo una torta, cuando oyeron que el niño andaba por la azotea.
-¡Chist! -cuchicheó el farmacéutico a su mujer-.
Ahí está otra vez el tonto. No mires. Debe de estar espiándonos. Le voy a dar una lección. Sígueme la conversación, como si nada...
Entonces, alzando la voz, dijo:
-Esta torta está sabrosísima. Tendrás que guardarla cuando entremos: no sea que alguien se la robe.
-¡Cómo la van a robar! La puerta de la calle está cerrada con llave. Las ventanas, con las persianas apestilladas.
-Y... alguien podría bajar desde la azotea.
-Imposible. No hay escaleras; las paredes del patio son lisas...
-Bueno: te diré un secreto. En noches como ésta bastaría que una persona dijera tres veces "tarasá" para que, arrojándose de cabeza, se deslizase por la luz y llegase sano y salvo aquí, agarrase la torta y escalando los rayos de la luna se fuese tan contento. Pero vámonos, que ya es tarde y hay que dormir.
Se entraron dejando la torta sobre la mesa y se asomaron por una persiana del dormitorio para ver qué hacía el tonto. Lo que vieron fue que el tonto, después de repetir tres veces "tarasá", se arrojó de cabeza al patio, se deslizó como por un suave tobogán de oro, agarró la torta y con la alegría de un salmón remontó aire arriba y desapareció entre las chimeneas de la azotea.

©Enrique Anderson Imbert

Escritor argentino nacido en Córdoba en 1910 y muerto en Buenos Aires en 2000. Catedrático universitario, historiador y agudo ensayista, contribuyó eficazmente al conocimiento de la literatura latinoamericana. El relato “Luna” pertenece a su libro “El gato de Cheshire”, publicado en 1965.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo felicito por elegir un relato tan bonito. Confieso que de este autor no había leído nunca nada. Gracias a usted trataré de conseguir algún libro. Gracias.

Anónimo dijo...

Me alegro de que le haya gustado el relato de Anderson Imbert. Cualquier otra cosa que lea de él le gustará lo mismo.Gracias por el comentario.