sábado, 13 de octubre de 2007

Haciendo huevo

La gente que tiene poco, o nada qué hacer, aquí y en Pekín, no sabe qué hacer, cuando piensa que tendría que hacer algo y termina haciendo huevo, sabia expresión que debemos a la juventud posmoderna.
Se acaba de celebrar a bombo y platillos en 153 países, entre los cuales Argentina, la Semana Mundial del Huevo, que culminó el 12 de octubre -fecha en que se conmemora el descubrimiento de América por Cristóbal Colón- con el Día Mundial del Huevo. ¿Tendrá ésto algo que ver con el huevo de Colón?
Noticias y reseñas que ocuparon un espacio considerable en la prensa gráfica y en Internet dieron cuenta de que los participantes de este…”evento”, como se dice ahora, se divirtieron de lo lindo con diversos festejos. Se da por sentado que comieron muchos huevos.
El huevo ha sido reivindicado, de paso. Ya no engorda. Por el contrario, ahora adelgaza.
Hasta hace poco, médicos y dietistas coincidieron en que el huevo, o por lo menos su yema, era perjudicial para la salud porque su ingesta aumentaba la concentración de lípidos (colesterol malo, triglicéridos) en la sangre. Pues bien, ahora resulta que no es así. Donde dije digo, digo Diego, o huevo.
Ahora bien, ¿había que hacer una Semana Mundial del Huevo para llegar a la conclusión de que el huevo es bueno? ¿No habrá sido esta reunión el parto de los montes? Lo más probable es que se haya tratado de una maniobra de mercadeo. Así y todo, suena un poco bobo, a algo frivolón muy de estos tiempos posmodernos.
Recordamos la historia de la Ronda del pan y el huevo, que surgió en España, concretamente en su capital, Madrid, a comienzos del siglo XVII y de la que nos habla “in extenso” el escritor español José María Carandell en un artículo publicado en el diario El País de Madrid que transcribimos a continuación:

Pan y huevo

La Ronda del pan y el huevo estaba constituída por un sacerdote, dos seglares y varios criados portadores, unos de parihuelas, otros de cestos de comida. Salía todas las noches a las calles de Madrid para socorrer a los mendigos. Si encontraba algún enfermo, se lo llevaba al hospital; si se topaba con un muerto en reyerta nocturna, lo enterraba. Pero su función principal era buscar por toda a ciudad a los necesitados para darles un pan y dos huevos cocidos.
La cofradía que prestaba este servicio asistencial, en tiempos en que el Estado se despreocupaba de la beneficencia, era conocida como Santa, Real y Pontificia Hermandad del Refugio y Piedad de esta Villa y Corte de Madrid. Fue fundada por el jesuita Bernardino de Antequera en 1615, y lo extraordinario es que sigue existiendo y ejerciendo su benéfica actividad.
Recientemente, don José del Corral, que ya había estudiado la historia del Refugio, ha dedicado un ensayo a los fundadores: el padre Antequera, don Pedro Lasso de la Vega y don Juan Jerónimo Serra. La sede de la Hermandad está en la iglesia de San Antonio de los Alemanes, en la Corredera Baja de San Pablo, en Madrid.
El templo, construido en el siglo XVII, se llamó originalmente San Antonio de los Portugueses, pero cuando Portugal se separó de la corona española (1095), la reina Mariana de Austria quiso que se acogiera allí a los alemanes que llegaban a Madrid sin recursos para darles asistencia material y acaso también espiritual, si venían "inficionados por la herejía protestante".
A las seis de la tarde, la acera de la Corredera, ante la puerta de la Hermandad, se llena de gente. El Refugio reparte noventa cenas diarias que, según me dijeron, no consisten ya en la proverbial "sopa boba".
En el edificio del Refugio se conservan los instrumentos de la famosa Ronda, entre ellos, la tabla que tiene un agujero y que servía para medir los huevos cocidos que se repartían como caridad. Si el huevo era demasiado pequeño y pasaba por el agujero, era desechado. De ahí que se dijera: "Si pasa, no pasa; y si no pasa, pasa".

De la caritativa y benefactora Ronda del pan y huevo española de los albores del siglo XVII pasamos a la delicuescente Semana Mundial del Huevo de 2007.
Vamos para atrás como el cangrejo.


© José Luis Alvarez Fermosel

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sr. Fermosel: Interesantísima la historia de la ronda del pan y el huevo. Este rubro de actualidad posmoderna me hizo recordar cuando en la radio, con Lanny, hacía Eso es Historia. Por otra parte, con respecto a la Semana del Huevo, coincido con usted y es más, tengo la sensación de que detrás hay mucho marketing o empresas o industrias, también. Yo propondría hacer la semana de la papa, de la carne, de las lentejas, de los pollos, de las salsas, etc., etc. Lo felicito por su blog. Me encanta. Mi nombre es Jenny y vivo en La Plata.

Anónimo dijo...

Tiennes razón, Jenny, con el criterio de los lanzadores, no de huevos sino de la Semana del Huevo, habría que hacer todas las semanas que tú citas, incluída la del perejil, por ejemplo. Me encanta que te encante mi blog.

Anónimo dijo...

Ay con esto de la Semana del Huevo. ¡Cuanta chantada que hay! Huele a raro. Lo que no huele a raro es lo suyo, querido Caballero, que tal como lo hacía por Continental ahora lo hace aquí: deleitarnos. Deleitarnos con su manera de escribir y por todos sus conocimientos. Lo felicito y, desde ya, ¡que haya blog para rato! Mercedes de Tandil.

Anónimo dijo...

Sí, Mercedes, sí: hay mucho chanta suelto y, por tanto, mucha chantada. De ahí que tengamos que estrechar filas los que somos gente de bien y de orden. A mi me deleitan comentarios como el tuyo y otros del mismo tenor de otros no menos generosos lectores. Muchas gracias.