domingo, 21 de octubre de 2007

Bar Bárbaro

Las palomas entran desde la calle, donde hay una terracita muy simpática, a la usanza de las terrazas de los cafés de París, Madrid, Venecia y otras ciudades del mundo. Nadie echa a las palomas con cajas destempladas. En todo caso, Miguel Alvarez, El Toro, las pastorea gentílmente hasta la salida, antes de que alcancen el recipiente de los cacahuetes, que ahora es de metal.
Es que en el Bárbaro todo el mundo es bienvenido, incluso las palomas, que en otros sitios tienen mala prensa. Del bar Bárbaro puede decirse lo mismo que se decía del Café Americain de Richard Blaine (Rick) de la película Casablanca: “Everybody goes to Rick” (“Todo el mundo va al café de Rick”).
El Bárbaro, Bar O Bar o Bar Bar O abrió sus puertas a fines de 1969 en la calle Reconquista 874, por iniciativa del pintor Luis Felipe Noé, creador en 1961, junto con Ernesto Deira, Rómulo Maccio y Jorge de la Vega, de una nueva corriente pictórica que la crítica bautizó como Nueva Figuración. Con ella nació el Bárbaro, los vidrios de cuya fachada, tan personal, con tanta entidad, fueron pintados por Jorge de la Vega.
Del Bárbaro se dijo que fue el primer “pub” de Buenos Aires. Yo creo que el Bárbaro fue siempre, más que “pub”, bar bohemio de bohemios, café de tertulianos, bistró, cafetín de puerto, taberna elegante, galería de arte y, desde luego, ciudadela de pintores, escritores, poetisas, periodistas, diletantes y algún “dandy” trasnochado.
Recordemos a algunos de sus parroquianos más connotados –muchos ya no están entre nosotros-: los artistas plásticos Cacho Borda, Pérez Celis, el oso Smoje y los escritores y periodistas Miguel Briante, Alejandro Sáez Germain, Lolo Bourse Herrera –pintor, escultor y caricaturista- Jorge Di Paola (Dipi), Rodolfo Zibel, Manuel Gil Navarro y otros muchos que hablaban y bebían en buena armonía hasta que se producía un cortocircuito y se armaba una pelea de las buenas, que solía abortar Claudio, el encargado de timonear la nao, cosa que hacía a las mil maravillas.
Claudio Fernández Llanos, un asturiano inteligente y sensible, gran amigo, dejó un recuerdo imborrable entre nosotros y merece párrafo aparte.
Las viejas glorias siguen yendo al Bárbaro, los más veteranos con los rostros curtidos, las barbas blancas y la mirada un poco melancólica, pero siempre animosos. Los pintores se reunen todos los sábados al mediodía.
El Bárbaro se trasladó, mediada la década del 80, a la cortada de Tres Sargentos, a la altura del número 415. Ganó en espacio, pero parece más reducido. Me refiero al bar propiamente dicho, porque hay un piso arriba y se habilitó el subsuelo, donde, a partir de las 21, los viernes hay jazz y bossanova con Rubén Ferrari y su cuarteto, y los sábados flamenco, con la participación del guitarrista Héctor Romero. En el subsuelo se cena a la carta, en plan elegante, y se exponen cuadros de pintores contemporáneos. Ahora hay una muestra de Manuel Oliveira.
En el bar, junto al anaquel de botellas, adosado a la pared, en la que campean etiquetas de marcas de cerveza, hay una especie de redondo camafeo “art nouveau”, encendido de neón verde. Un rostro de mujer, cándidamente esotérico, mira sin ver con ojos insomnes. Abajo, botellas de whisky y de champán. A la izquierda, una estatuilla de una mujer desnuda, con la cabeza muy grande, y una pareja menos despareja que baila en terracota.
La góndola del jamón, infaltable. Más al fondo, una campana, un yesquero de campo y, pasando la caja que atiende Erika Salerno, una pequeña cabeza de elefante con la trompa colgando, hecha de una extraña materia que no se identifica desde el mostrador.
Francisco Salerno es el actual propietario del Bárbaro. En el puente de mando, Daniel Mon y en las bandas El Toro y Miguel Rocha, ambos de los viejos tiempos. Unos muchachos jóvenes colaboran con ellos. Todo sale como tiene que salir, incluída la tortilla, las lentejas, el mondongo y otras especialidades de la casa.
Declarado de interés cultural, el Barbaro sigue anclado en Retiro para solaz de clientes de ahora y de siempre. Está abierto desde la hora del desayuno a la de la copa del estribo.Tiene capacidad para 180 personas (100 sentadas). Las “happy hours” son de 18 a 21 (dos whiskies Johnny Walker por 8 pesos). Los precios son razonables. No tiene tarjetas de crédito.

Tres Sargentos 415
Teléfono: 54 (11) 4311-6856
www.barbarobar.com


©José Luis Alvarez Fermosel
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, querido Caballero Español: ¡qué gusto poder leerle a falta de escucharle por radio! Hace un tiempo estuve en el Bárbaro y comí bien. El lugar es espectacular. Y lo que me pareció muy lenta la atención. Los precios son buenos. En atención a su recuerdo de este lugar voy a volver y prestarle más atención. Después le contaré Es más, voy a tomar una copa a su salud. Espero que sienta las burbujas o la espuma. Un gran recuerdo de Roberto. (Vivo en Lanús y trabajo en Barrio Norte)

Anónimo dijo...

Roberto:cuando vayas,dile al Toro de mi parte que te atienda bien.Espero notar las burbujas o la espuma, como le pasaba a Lanny conmigo y a mi con él. Gracias por escribir.