domingo, 4 de noviembre de 2007

El macho posmo en punto muerto


“Me da cosa…”

Las mujeres, los gays y los integrantes de la asociación LUM (Los Ultimos Machos: hombres heterosexuales de 50 años para arriba, dinámicos, hacedores de decisiones) son quienes desde hace ya bastante tiempo están cortando el bacalao, o llevando la voz cantante. No sólo en Argentina, sino también en el mundo entero.
Planean, crean, proceden, concretan, realizan, se van dando golpes, ellos los dan también, de los que dan ninguno es un golpe bajo. Unas veces ganan, otras pierden, pero tienen resto, son vitales. Se la juegan, y no juegan sucio. No son ídolos ni iconos. Son lisa y llanamente seres humanos, que están en la vida y la viven a conciencia, a pleno pulmón.
Hay otro tipo de ser humano: el hombre “light”, “cool”, heterosexual pero poco, o nada viril, blandengue, adolescente vitalicio hasta el extremo de que a los 40 años confiesa que es un “péndex”. Es el varón del posmodernismo: el macho posmo, que está en todas partes y en ninguna hace nada, entre otras no menos poderosas razones porque no quiere hacer nada, no sea que vaya a hacer algo de lo que luego tenga que arrepentirse.
Afirma que busca su lugar en la vida, pero no parece tener muchas ganas de encontrarlo porque apenas sale de la casa de “pá” y “má”, en la que vive y en la que se encastilla, a no ser que lo conquiste alguna chica -¡ya hay que tener ganas…!- y se lo lleve a vivir con ella, para echarlo de su casa con cajas destempladas al poco tiempo, entre otras cosas porque el macho posmo es un tímido sexual.
Tan así es que no se atreve a practicar el sexo. Ocasionalmente acude a alguno de sus amigos -gays incluídos-, a los que pide asesoramiento en cuestión tan delicada. Cuando se le dice lo que tiene que hacer contesta invariablemente: “Me da cosa…”.
La médica sexóloga argentina Liliana Burgarotti reveló al diario Infobae
que los miedos e inseguridades del hombre posmoderno terminan por plantear problemas sexuales. “Hoy en día, chicos de treinta años padecen de eyaculación precoz o disfunción eréctil porque esos miedos los bloquean”, dice la científica.
La licenciada Beatriz Goldberg señala que
“por término general, ellos tiene signos fálicos como el teléfono celular, la 'notebook', la cámara digital, el MP3 y otros elementos, pero cuando conocen a la mujer que ‘los mueve el piso’ se esconden para escapar de ese ideal convertido en realidad”.
(¡Es que tienen miedo, señores, tratemos de entenderlo, tienen miedo!)
Algunas mujeres le hacen el juego al macho posmo e “histeriquean” con él. Después de una enorme tensión sexual, terminan en sus casas bajo la ducha, solas…
El macho posmo es esquemático, cómodo, egoistón. Para él no cuenta casi nada en la vida más que los amigos, que son lo que más extraña cuando se toma un año sabático y se va a deambular por Camboya, la Isla de Pascua o Persépolis.
A las mujeres argentinas, que son todas muy hermosas, les cae bien todo lo que se pongan, no nos cansaremos de repetirlo. Los gays –o muchos de ellos- y los miembros y simpatizantes de LUM se visten con frecuencia con traje y corbata, o de elegante sport. Los machos posmo dicen de ellos que son antiguos. También critican sus cortes de pelo, y el hecho de que sean velludos.
Es que los machos posmo van delante de la vanguardia, o ellos lo creen así por ser cultores irredentos del feismo. Visten siempre una especie de jubón, como los de los mujiks de las novelas de Tolstoi, de un negro desvaído, color ala de mosca; bermudas, gruesas medias de lana y zapatillas deportivas sucias, o pesados borcegos. Se tatuan y se prenden ganchos metálicos hasta en la lengua, moda que viene de lejos y se llama “piercing”.
El macho posmo vela su mirada, que no es demasiado expresiva, con unos espejuelos redondos, negros o de color rosa, muy pequeños. Se rapa y, si no, se deja una melena que le llega hasta la cintura. Se trabaja la cara dejándose la barba –en el caso de que no sea imberbe- durante cuatro o cinco días. Luego se la afeita en parte, conservando unas tiras de pelo en ambas mejillas, o una “mosquita” en el mentón.
Este especimen es de color verde pálido. No tiene pelo en ninguna parte del cuerpo y si le crecen cuatro pelos locos se depila, pero no con el mismo fin que los metrosexuales, que lo hacen para practicar más cómodamente ciertos deportes o gustarles más a las chicas.
La vida es dura. Hay que mantener una postura ante ella, que debe ser directa y valiente. Hay que luchar. Lo que no se puede hacer es ver desde la cama, en la casa de “pá” y “má”, o en el cibercafé con la barra de amiguitos, cómo fluye la vida. Hay que meter la directa y apretar el acelerador.
El macho posmo sigue en punto muerto.


© José Luis Alvarez Fermosel

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi querido Caballero ¿cómo está? ¡Me encanta leerlo porque además de que lo que escribe es todo interesante, lo del macho posmo me fascina. Le cuento que tengo 2 "nenes" de 30 y 36 años. Le juro que cada vez que leo sus notas, los veo a ellos. Ni que ud. los hubiera conocido. ¡Qué suplicio! Lo admiro muchísimo y siga así que su blog es estupendo. Gladys (Recoleta)

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Gladys, por tus generosos conceptos acerca de mi nueva actividad "bloguera". Me alegro de estar siguiendo la línea de mi trabajo en la radio, según me dicen otros visitantes tan gentiles como tú. En cuanto a los... "nenes", sí, te entiendo: dices bien, ¡qué suplicio! Muchos cariños.

Anónimo dijo...

Estimado Caballero Espa�ol: Le escribo desde Valencia. Estoy visitando a unos familiares m�os. Yo vivo en la pcia. de C�rdoba, capital. En la C�rdoba argentina. Desde que llegu� a Barajas (llevo 20 d�as en Espa�a) veo much�simos "ejemplares" casi id�nticos al dibujo principal del macho posmo. Le pregunto: �el macho posmo no es un fen�meno argentino s�lo -aunque en mi provincia tantos no hay-? Yo pensaba que era as�. �Ser� que lo que v� s�lo es cuesti�n de vestimenta? Aunque me top� con muchos, incluso no de tonada espa�ola, que hablan con monos�labos. Desde su patria me voy a Par�s. �Tambi�n habr� all� Anal�a, la desconcertada.

Anónimo dijo...

No, no, no te equivoques, Analia: el macho posmo no es un fenomeno exclusivo de Argentina.Como el posmodernismo, o la posmodernidad, no es patrimonio unico de Argentina. El macho posmo esta en todas partes. Yo he visto muchos en Madrid, recientemente.Y no me cabe duda de que te encontraras con varios en Paris.(Te escribo sin acentos porque evidentemente usas un teclado sin acentos o americano.)Afectuosos saludos.

José Luis Agromayor dijo...

Amigo Joselo: ¡Brillante retrato de este macho posmo como cada uno! Tengo uno que..¡Duda en francés!

Pachi

Anónimo dijo...

Gracias, Pachi. En efecto, algunos machos posmo dudan en francés, y vaya uno a saber, en cuanto a los sonidos guturales se refiere, si con el tiempo no dudarán en alemán, aunque les parezca que Kant... ¡es antiguo! Siempre, José Luis.