Miguel García Posadas, crítico literario del diario El País de Madrid, sostuvo recientemente que “hay que estar atentos a expresiones que se ponen de moda, pero que no son correctas, corrompen la lengua y terminan perdiendo su significado original”.
El lingüista y académico español Fernando Lázaro Carreter denunció en el mismo rotativo que “los españoles van perdiendo precisión, con lo cual está disminuyendo la capacidad mental colectiva”.
“Por ejemplo –subrayó Lázaro Carreter- una palabra que muchos periodistas usan y que la gente repite es provocar. ‘El incendio fue provocado…’. Provocar es otra cosa, a mí me irrita mucho eso. En todo caso puede decirse, el incendio lo causó… No me molesta la irrupción de palabras extranjeras en nuestra lengua, sino la pérdida de los matices, y esto no es purismo, sino pretender que los hablantes tengan más posibilidades de expresión”.
Para Lázaro Carreter no deberían aceptarse más que los neologismos necesarios.
“Y, desde luego, habría que tener una posesión perfecta, o muy buena, del idioma de uno, que está hecho de pequeños matices”, remachó el académico.
La lengua, patria portátil del hombre, es la sede de la identidad de la cultura de un pueblo: es la ciudadela última que preserva lo propio.
El lingüista y académico español Fernando Lázaro Carreter denunció en el mismo rotativo que “los españoles van perdiendo precisión, con lo cual está disminuyendo la capacidad mental colectiva”.
“Por ejemplo –subrayó Lázaro Carreter- una palabra que muchos periodistas usan y que la gente repite es provocar. ‘El incendio fue provocado…’. Provocar es otra cosa, a mí me irrita mucho eso. En todo caso puede decirse, el incendio lo causó… No me molesta la irrupción de palabras extranjeras en nuestra lengua, sino la pérdida de los matices, y esto no es purismo, sino pretender que los hablantes tengan más posibilidades de expresión”.
Para Lázaro Carreter no deberían aceptarse más que los neologismos necesarios.
“Y, desde luego, habría que tener una posesión perfecta, o muy buena, del idioma de uno, que está hecho de pequeños matices”, remachó el académico.
La lengua, patria portátil del hombre, es la sede de la identidad de la cultura de un pueblo: es la ciudadela última que preserva lo propio.
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