jueves, 22 de noviembre de 2007

Vísperas

-Así que se va usted otra vez a Madrid.
-En efecto, así es.
-De juerga, como siempre.
-No, esta vez no; no voy de vacaciones, ni es éste un viaje de placer.
-Pero escribirá usted algo, ¿no?
-Es posible.
-En plan de corresponsal, de enviado especial: política, economía, las internas de la política, los personajes, los candidatos… Va a llegar usted en plena campaña electoral.
-No, no, de ninguna manera; si escribo algo no será de nada de eso.
-¿Pero qué dice usted, hombre de Dios?
-Lo que oye.
-¡Pero la actualidad, las noticias de última hora, la política, señor mío, la política!
-¡Para eso están los diarios! Además, ya he escrito bastante de política, de economía y de otras zarandajas por el estilo a lo largo de mi carrera. Ya he sido reportero de calle y de primicias, ya he dado la última hora y la vuelta al mundo, o poco menos, y he estado pendiente de la actualidad más rigurosa; ahora voy a ser cronista de penúltima hora: me voy a ocupar de lo que nadie, o muy pocos se ocupan: de lo chiquito, de lo recoleto, de lo que le pasa al hombre, de lo que nos pasa a todos en la intimidad de nuestros hogares, en la calle, precisamente de "los sucesos que acontecen en la rúa", que dijo aquel cursi; es decir, de lo que pasa en la calle, las gentes que caminan por ella y cosas por el estilo.
-Pero escribirá usted algo de Madrid, sus gentes, sus cosas, de lo que pasa en España, de cómo está el país.
-Sí, claro.
-Bueno, pues nada, que tenga usted buen viaje y hasta la vuelta.
-Muchas gracias. Hasta la vuelta.

© José Luis Alvarez Fermosel

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