jueves, 1 de noviembre de 2007

De ignaros y esnobs

Leo en una revista bimestral de…“cultura urbana” que trata de literatura, música, cine, teatro y arte en general lo que sigue, expresado en artículos diferentes por señoras y señores que se supone que dominan… la literatura, la música, el cine, el teatro y el arte en general y, además, el idioma en el que escriben sobre esos temas: “No te quedes ahí, has algo”, en vez de “no te quedes ahí, haz algo”; “… caían dulces y chocolates para que deje de cantar”, en lugar de “caían dulces y chocolates para que dejara de cantar” y “chance” (¡naturalmente, en inglés!) por oportunidad.
También se dice en la revista en cuestión “… prepararme para que me cruce en paz”, en vez de “prepararme para que me cruzara en paz”; “rol” (del inglés “role”) por papel; Convent Garden por Covent Garden –en este caso el error puede haber sido de imprenta-; “desde hace un tiempo atrás”: lo correcto sería haber escrito “desde hace algún tiempo”, o “algún tiempo atrás”, y “dio el puntapié inicial para que el movimiento surrealista crezca”, en lugar de “dio el puntapié inicial para que el movimiento surrealista creciera”.
Dejo la revista, pensando que a puntapiés crecen algunos movimientos, como el surrealismo, y enciendo el televisor. Recorro varios canales y me detengo en uno que está emitiendo un programa de chismes de la farándula. Leo en una placa: “Fulano y Mengana fueron sorprendidos infragantis”.
In fraganti”, escrito así, que es como se escribe, es una locución latina que, según el Diccionario del español actual de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, de Aguilar, quiere decir en el mismo momento y va con el verbo sorprender u otros equivalentes.
No saber no es malo, mientras uno quiera saber y esté, humildemente, en situación y disposición de saber. Pero no saber y pensar que uno sabe, y mucho, y hablar y escribir en los medios informativos con ínfulas culturosas –algo característico de los esnobs, a los que ahora se llama paquetes “cool”- es malísimo.
A estos especímenes les gusta todo lo reticente, complicado, retorcido, enfático, que parezca original y, sobre todo, que esté de última moda. No tienen base cultural, o tienen muy poca, pero se lanzan a tumba abierta a pontificar sobre todo lo divino y lo humano, autosuficientes, petulantes, pretenciosos, sin que nada justifique su pedantería.
No es bueno saberse bueno y presumir de ello, pero peor es ser malo y presumir de bueno. Si uno habla y escribe bien, como hacen tantos, y lo proclama, como hacen tantos, uno es un soberbio. Si uno no sabe hablar ni escribir bien y lo hace a destajo, donde quiera que sea, está confundido o es un prepotente, o un tonto, o un malvado. (“En el fondo, el malvado es un tonto”, dijo David Hume).
La mezcla de grasa cruda y perfume caro comprado en un “shopping center” (¿para qué decir en español centro o paseo de compras, o galería comercial?) no es agradable. Cuando se le añade tinta, la combinación es mefítica.
El paquete “cool” ignaro, además de pronunciar y escribir mal el español y el inglés, y utilizar expresiones y giros gramaticalmente incorrectos, dice y escribe cosas como éstas:
Procrastinar (del inglés “procrastinate”: dejarlo todo para mañana), retaliación (del inglés “retaliation”: represalia), expertise (del inglés “expertise”, pericia, conocimiento), preveer por prever, nutricional por nutritivo, emborrosamiento por emborronamiento, patinoso por resbaladizo, aprete por apriete, pinche por pincho, encargue por encargo, aprehensión por aprensión o condición de aprensivo, chequear por verificar o comprobar, perfecto por perfectamente, obvio por obviamente, acto distractivo por maniobra de diversión (diversión se utiliza en este caso como sinónimo de desviación), repitió por retuvo (un campeonato, por ejemplo), gestonear por gesticular, devino en por devino sin más, sugestión por sugerencia, amenazantemente por amenazadoramente, durante el transcurso por durante o en el transcurso, lapso de tiempo por lapso, rediticio por redituable, in creyendo por “in crescendo”, polizonte por polizón y romanticidad por romanticismo. Estos son sólo algunos botones de muestra.
Al esnob le encanta convertir los nombres en verbos. Así, dice periciar (de pericia), guionar (de guión), narrativizar (de narrar), anfitrionar (de anfitrión), audicionar (de audición) e insulinizar (de insulina). También dice concretizar en vez de concretar, complejizar en lugar de dificultar, irrespetar por faltar al respeto, metodicional por metódico y me compite por me compete.
La mía no es una voz clamante en el desierto. Uno no está solo. Suenan otras voces que tocan éste y otros temas referentes al idioma, al nuestro y a otros.



© José Luis Alvarez Fermosel


Notas relacionadas:

03/06/2007: “Crece la moda de hablar sin decir nada (Daniela Pasik)
03/06/2007: “Son fórmulas vacías” (Eliseo Verón)

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