“La danza del sable” del ballet “Gayaneh” (1942), de Aram Khachaturián (1903-1978), un colorista, es algo así como la condecoración que el gran compositor ruso de origen armenio llevó siempre prendida en la solapa.
Los descontentos de siempre consideraron “formalista” su obra, lo mismo que las de Serguéi Prokófiev y Dmitri Shostakóvich. Sin embargo, estos tres compositores disfrutaron de un reconocimiento universal como relevantes compositores del siglo XX.
Khachaturián compuso en 1933 una “Suite para la danza” inspirada en toda clase de bailes: armenios, azerbaiyanos y georgianos, en la que se descubre su gusto por la música folklórica. Dos años después obtuvo el diploma del conservatorio con su “Sinfonía”, dedicada a su país e inspirada en la música armenia.
También en 1935 compuso la música para la película “Pepo”. Escribió más de cuarenta obras para el cine y el teatro. Billy Wilder incluyó la famosa “Danza del sable” en su película “Uno, dos, tres”.
De formación empírica en sus principios, estudió después en el Instituto Gnésiny. En 1929 se trasladó al Conservatorio de Moscú y fue alumno de Nikolai Miaskovski.
Khachaturián fue el primer compositor que integró la música moderna y el ballet clásico, intuyendo que el público debía sentir las mismas sensaciones y emociones que los bailarines.
Unió a su talento musical un firme temperamento, expresado por su antonomásica “Danza del sable”, aplaudida en conciertos y películas en todo el mundo y grabada en múltiples oportunidades.
© José Luis Alvarez Fermosel
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Sabre Dance (Danza del sable)
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