Esnobs, mitómanos, pedantes de todo tipo y condición, ignorantes ilustrados y otros ricos tipos pertenecientes a runflas varias de gran cursilería vienen dándonos una gran tabarra con sus apreciaciones, y más aún, sus definiciones, sin ningún sentido ni entidad acerca del vino, de los vinos, tintos, blancos, generosos, todos los que ellos consideran que son el no va más, digámoslo de una vez: los varietales, y entre ellos el Malbec, de última moda a causa de la promoción que se le hace de cara a sus ventas en el extranjero.
Muchos de esos vinos son de color negro y dejan la copa manchada de azul. Me refiero a los tintos.
También opinan con respecto al vino, como no podía ser de otra manera, enólogos de concepto abstruso y palabra dificil. Es natural, tienen que demostrar lo mucho que saben. Se ven por los campos próximos a las bodegas a jóvenes ingenieros de teodolito, cinta métrica y gemelos de campaña.
¿Qué decir de los catadores, los organizadores de catas a ciegas y los cronistas? Entre éstos últimos hay unos pocos que son serios y llevan toda la vida diciendo en los medios las cosas como son.
También hay algunos especialistas en echar abajo los mitos y las supercherías, como Victoria Beleniski, que ha publicado un artículo desmitificador en la web iProfesional que nos demuestra que no está todo perdido, que el mito no reina como un monarca ignorante y absolutista de los muchos que ha habido en todas partes, desde que el mundo es mundo.
Los… “expertos” seguirán diciendo sinsorgadas, y hablando con voz campanuda de taninos, esteres, guarapo y papelón; y asegurando que este vino, el otro y el de más allá son cortos o largos, redondos o cuadrados y tienen aroma a tabaco griego, a pechblenda, a almizcle, a cuero noble, a tinta, a mantequilla de maní –lo cual puede repercutir favorablemente en el mercado estadounidense-, a arándanos del sur –tan de moda: los arándanos y el sur- y a raíz de chopo.
Ahora mismo me voy a tomar un vaso de vino tinto de color rojo no muy oscuro, como de rubí, bueno y barato, que me gusta, me conforta y me sabe sencillamente a un vino bien hecho, en el tiempo justo y guardado lo necesario, ni más ni menos.
© José Luis Alvarez Fermosel
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