El león bosteza. Abre su bocaza enorme y muestra una lengua larguísima y rosada y unos grandes colmillos afilados como puñales. No tiene aspecto amenazador. Nadie, ni siquiera un león lo tiene cuando bosteza.
A pesar de haber sido capturado por el objetivo de una cámara fotográfica en un momento poco serio para un león, al que uno acostumbra ver en los zoos y presentando las películas de la Metro en “poses” mayestáticas, no deja de impresionar la potencia contenida, la tremenda fuerza y el imperio de este gran felino al que siempre se sindicó como el rey de la selva, aunque el verdadero monarca sea el elefante.
El color del león, dorado, es el mismo del fondo contra el que se ha fijado su gesto de gran señor, al que francamente le importa todo un bledo: es el color de la tarde naciente en la sabana del Africa remota y atractiva, el reino del “Felix leo”, hermoso y subyugante en su imponencia.
La foto no pudo haber sido más oportuna. Es una ilustración, un cuadro. Nos habla de selvas lejanas, de animales bellísimos en libertad, sujetos, eso sí, a las leyes inmisericordes de esos parajes en los que la vida relampaguea y se extingue en un dos por tres. Nadie la toma porque sí: no por bronca, ni por envidia, ni por ideología, ni por dinero, como se hace entre nosotros, en la civilización, con el “homo sapiens” que pontifica, discursea, se sube al podio y en cuanto le contradicen aprieta un botón o da una orden a media voz y ruedan cabezas. Pero no nos pongamos trascendentes ni catilinarios.
El león se aburre, el león bosteza. La leona está de compras.
A pesar de haber sido capturado por el objetivo de una cámara fotográfica en un momento poco serio para un león, al que uno acostumbra ver en los zoos y presentando las películas de la Metro en “poses” mayestáticas, no deja de impresionar la potencia contenida, la tremenda fuerza y el imperio de este gran felino al que siempre se sindicó como el rey de la selva, aunque el verdadero monarca sea el elefante.
El color del león, dorado, es el mismo del fondo contra el que se ha fijado su gesto de gran señor, al que francamente le importa todo un bledo: es el color de la tarde naciente en la sabana del Africa remota y atractiva, el reino del “Felix leo”, hermoso y subyugante en su imponencia.
La foto no pudo haber sido más oportuna. Es una ilustración, un cuadro. Nos habla de selvas lejanas, de animales bellísimos en libertad, sujetos, eso sí, a las leyes inmisericordes de esos parajes en los que la vida relampaguea y se extingue en un dos por tres. Nadie la toma porque sí: no por bronca, ni por envidia, ni por ideología, ni por dinero, como se hace entre nosotros, en la civilización, con el “homo sapiens” que pontifica, discursea, se sube al podio y en cuanto le contradicen aprieta un botón o da una orden a media voz y ruedan cabezas. Pero no nos pongamos trascendentes ni catilinarios.
El león se aburre, el león bosteza. La leona está de compras.
© José Luis Alvarez Fermosel
2 comentarios:
Estimado Caballero: tengo entendido de que el 4 de octubre es el dia mundial del animal. Mejor homenaje a estos seres tan importantes en nuestras vidas, imposible. Lo felicito. Nelson (Uruguay)
En efecto, Nelson, los animales, nuestros hermanos menores son muy importantes en nuestras vidas.Creo oportuno que se los homenajee.Gracias por comunicarte.
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