Una encuesta de la UNESCO reveló no hace mucho que cada televidente francés, alemán o belga permanece una media de 15 a 20 horas por semana ante su televisor.
El ejemplo de los Estados Unidos muestra cuál será el porvenir del resto del mundo desarrollado dentro de 20 años. Teniendo en cuenta los fines de semana, el estadounidense medio consagra actualmente cinco horas por día a ver televisión, lo que significa 35 horas por semana. Según los especialistas, este movimiento es irreversible.
Agobiados por las ciudades tentaculares, los ciudadanos sueñan con la evasión que puede brindarles una playa con cocoteros. Y ya comienza a no ser suficiente tumbarse en la arena o pescar en los ríos. Empieza a notarse la imperiosa necesidad de buscar al aire libre nuevos contactos humanos y desintoxicarse moralmente.
Los expertos condenan al veraneante solitario. Ciertas raras especies humanas marcharán muy pronto solas a las estepas del Asia Central, escalarán el Himalaya o buscarán su aventura en Perú.
Las auténticas vacaciones plantearán un problema que tendrán que resolver los clubes de los comités de empresa, o las comisiones internas.
En el 2025 podrá disponerse de una guía mundial de camping a la que no se le escapará un detalle, como ocurre con la actual. Las zonas de recreo estarán marcadas en las costas africanas, en la India, en Alaska. Usted no dejará de tropezarse con un mundo enfervorizado. Su período -bastante largo, por cierto- de vacaciones en el Mar Caspio, por ejemplo, será inolvidable.
El incentivo de los deportes de invierno es todavía más que un simple comienzo en nuestros días, cuando sólo un cinco por ciento de la población europea practica el esquí, aunque cada año aumenta el porcentaje. Muy pronto el esquí será un deporte tan democrático como lo es ahora la natación.
Será lo más normal del mundo que la gente disfrute, por lo menos, de dos prolongados períodos de vacaciones al año: uno en verano y otro en invierno, subiendo además constantemente al avión durante todo el año para pasar los largos fines de semana en los glaciares de Noruega, pongamos por caso.
Esa ruta pasará también a manos de los financieros, para quienes la nieve será oro blanco. Son ellos, precisamente, quienes prevén en los Alpes docenas de ciudades, o complejos vacacionales que se amortizarán en poco más de 20 años, pagando en cuotas mensuales que estarán al alcance de cualquier bolsillo.
Muy pronto, los esquiadores domingueros llegarán de Londres o de La Haya a las ciudades alpinas, dispuestos a saltar de un avión a otro, como quien se pasa de un vagón a otro del subterráneo, para disfrutar del fin de semana en la nieve.
© José Luis Alvarez Fermosel
El ejemplo de los Estados Unidos muestra cuál será el porvenir del resto del mundo desarrollado dentro de 20 años. Teniendo en cuenta los fines de semana, el estadounidense medio consagra actualmente cinco horas por día a ver televisión, lo que significa 35 horas por semana. Según los especialistas, este movimiento es irreversible.
Agobiados por las ciudades tentaculares, los ciudadanos sueñan con la evasión que puede brindarles una playa con cocoteros. Y ya comienza a no ser suficiente tumbarse en la arena o pescar en los ríos. Empieza a notarse la imperiosa necesidad de buscar al aire libre nuevos contactos humanos y desintoxicarse moralmente.
Los expertos condenan al veraneante solitario. Ciertas raras especies humanas marcharán muy pronto solas a las estepas del Asia Central, escalarán el Himalaya o buscarán su aventura en Perú.
Las auténticas vacaciones plantearán un problema que tendrán que resolver los clubes de los comités de empresa, o las comisiones internas.
En el 2025 podrá disponerse de una guía mundial de camping a la que no se le escapará un detalle, como ocurre con la actual. Las zonas de recreo estarán marcadas en las costas africanas, en la India, en Alaska. Usted no dejará de tropezarse con un mundo enfervorizado. Su período -bastante largo, por cierto- de vacaciones en el Mar Caspio, por ejemplo, será inolvidable.
El incentivo de los deportes de invierno es todavía más que un simple comienzo en nuestros días, cuando sólo un cinco por ciento de la población europea practica el esquí, aunque cada año aumenta el porcentaje. Muy pronto el esquí será un deporte tan democrático como lo es ahora la natación.
Será lo más normal del mundo que la gente disfrute, por lo menos, de dos prolongados períodos de vacaciones al año: uno en verano y otro en invierno, subiendo además constantemente al avión durante todo el año para pasar los largos fines de semana en los glaciares de Noruega, pongamos por caso.
Esa ruta pasará también a manos de los financieros, para quienes la nieve será oro blanco. Son ellos, precisamente, quienes prevén en los Alpes docenas de ciudades, o complejos vacacionales que se amortizarán en poco más de 20 años, pagando en cuotas mensuales que estarán al alcance de cualquier bolsillo.
Muy pronto, los esquiadores domingueros llegarán de Londres o de La Haya a las ciudades alpinas, dispuestos a saltar de un avión a otro, como quien se pasa de un vagón a otro del subterráneo, para disfrutar del fin de semana en la nieve.
© José Luis Alvarez Fermosel
Nota relacionada:
“El imperio del ocio (III)”
(http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2009/09/el-imperio-del-ocio-iii.html)
“El imperio del ocio (III)”
(http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2009/09/el-imperio-del-ocio-iii.html)
No hay comentarios:
Publicar un comentario