domingo, 20 de septiembre de 2009

Loa al medalaganismo

El derecho al medalaganismo, cuando uno ha doblado ya el cabo de las tormentas, no puede quitárnoslo nadie.
En tanto en cuanto uno no tenga más obligaciones que las que guste imponerse y pueda vivir sin computadora, sin teléfono móvil, sin televisión y sin reloj, ¿por qué no permitirse el lujo –suponiendo que sea un lujo- de vivir en una guarida completamente anticonvencional, en la que uno pueda ver el cielo desde la cama y en la que se introduzca la naturaleza como una prolongación de los sentidos corporales?
Sobre esta… “filosofía”, que dicen los cursis en estos días nublados de ignorancia y su consecuencia más inmediata, la pedantería, publica el exquisito periodista y escritor español Manuel Vicent una deliciosa columna –como todas las suyas-, titulada La Guarida, en el diario El País de Madrid.
“Cuando no hay solución no existe el problema”, sostiene Vicent que le dijo un viejo “hippie” canoso “(…) a quien sólo le interesaba su función orgánica y no la cáscara”.
Nosotros leímos y repetimos en la radio la columna La derrota de Manuel Vicent tantas veces que se convirtió en uno de nuestros “hits”. Los oyentes nos la pedían una y otra vez. Quizás haya sido lo que yo he leído mejor en voz alta en toda mi vida.
La guarida es una muestra más del talento de Manuel Vicent, que capitanea la avanzadilla, la vanguardia del columnismo de El País y en nuestra opinión es, junto con Juan José Millás, el más original, el más versátil, el más elegante y el naturalista más barroco.
Del escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez –paisano y casi tocayo de Vicent- se dijo que era el último naturalista. Tal vez sea Vicent el último naturalista, o el escritor contemporáneo que le dio al naturalismo la tercera dimensión. Quizás sea ésta una interpretación caprichosa.
El caso es que Manuel Vicent es hoy por hoy uno de los mejores escritores españoles. Acaso la evaluación también sea caprichosa.
Bueno, pues ya está.

© José Luis Alvarez Fermosel

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