A los frailes zampabollos, bailones y bebedores se los llamó en España bigardos, lo cual era considerado ofensivo por los destinatarios del epíteto.
En realidad, los bigardos eran unos monjes herejes de la Orden de San Francisco. También se los llamó tercerones. A su cabeza estuvo un tal Pedro Juan, durante el papado de Juan XXII.
La orden bigarda se formó en Francia, entre Toulouse y Narbonne.
Siempre se dijo que esos monjes vivían con más libertad de lo adecuado a una orden religiosa.
De las historias que se contaban de esos bigardos se nutrió Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita (ilustración), para hacer burlas en su “Libro del Buen Amor”.
El arcipreste
El arcipreste no podía tirar la primera piedra, porque llevó una vida que en esa época (siglos XIII a XIV) se llamaba licenciosa, a punto tal que fue encarcelado en el convento de Santa Fe de Guadalajara por el arzobispo de Toledo, Gil de Albornoz.
La vida del Arcipreste de Hita está llena de misterios. Se sabe que vivió entre los siglos antes mencionados y que su Libro del Buen Amor (el único que dio a la luz) está considerado como uno de las mejores de la literatura medieval.
Unos dicen que nació en Alcalá de Henares (Madrid) y otros que en Alcalá la Real (Jaén, Andalucía).
Hay coincidencia, eso sí, en que divertirse, se divirtió.
© José Luis Alvarez Fermosel
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