Una señora de Trelew muy amable me pidió ayer que le explicara el significado de la expresión “No querer Lola”, que quería saber su hijo. De casualidad pude complacerla, de lo cual me alegro.
Anoche soñé con que Lola Montez y Lola Flores se batían por mí a florete en el Bosque de Bolonia de París, y yo me iba sin esperar el resultado del duelo, corriendo casi como Franka Potente en “Corre, Lola, corre”, detrás de la “Lola, espejo oscuro” de Darío Fernández Flórez.
Es una tarde espléndida, con un sol tan fuerte que no se puede mirar ni siquiera desde los cristales del balcón porque hace daño. Me encuentro rodeado de Lolas, todas famosas menos una que trabajaba en un hotel de Agua Dulce (Almería, Sur de España) y no le iba a la zaga a las otras en cuestión de belleza. A ver ahora cómo arreglamos esto.
Me viene a la cabeza una vieja copla que cantaban los guajiros en la manigua, en la Cuba de antes de Fidel:
Yo no tumbo caña,
Que la tumbe el viento
Que la tumbe Lola
con su movimiento.
Me embaularía un “palito” de ron blanco, pero se me terminó y no lo repuse: un ron de Puerto Rico estupendo, que me habían regalado.
Pongo en el… “tocadiscos” la vieja canción española “No me llames Dolores, llámame Lola”, pero se ha quedado en el tiempo y la cambio por “Wathever Lola wants”, en la voz de Sarah Vaughan, que es la que tengo.
“Lo que Lola quiere, Lola lo tiene…!”. ¡Qué bárbaro, lo que son estas Lolas…!
La Lola se iba a lo puertos
Había una Lola, también en España, que se iba a los puertos, según los hermanos Machado, que la crearon para el teatro. Luego se ocuparon de ella Angel Barrios, también en el teatro, concretamente en la zarzuela y el mítico actor y director Juan de Orduña, que lanzó al estrellato a Sara Montiel, en el cine.
En mal pergeñar estas líneas y otros quehaceres casi se me fue la tarde entre los dedos, como la crema de un pastel cuando se come con la mano con gula. Del sol apenas queda un leve destello polvoriento, como de purpurina pero tirando a gris, por las cenizas del volcán chileno Puyehue que también llegan a mi estudio.
Lola Puñales
Caigo una vez más en el estúpido masoquismo que me pone el corazón en la garganta y traigo a mi vera a Lola Puñales en la voz de brandy y pimienta de Concha Piquer, que fue la mejor tonadillera de España.
Lola Puñales cantaba y reía entre la gente del bronce, y así, cantando y bailando, trataba a los hombres de mala manera. Hasta que un día la fueron matando los ojos de un hombre moreno, “(…) que se llevó pa toda la vida la rosa de sus rosales”, y una noche bebía los besos de otra frente a una reja tachonada de claveles.
“Y un grito de muerte
se oyó en la calleja
mientras que unos ojos
quedaban sin vida”
Lola lo mató a sangre fría por hacer burla de ella, y otra vez lo mataría si volviera a vivir…
¡Cuántas Lolas me ha hecho usted recordar, mi estimada señora de Trelew!
© José Luis Alvarez Fermosel
Vídeo relacionado:
Concha Piquer – Lola Puñales (De la película “Me casé con una estrella” -1951- con Luis Sandrini y Concha Piquer, dirigida por Luis César Amadori)
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