Un día me van a agarrar y las voy a pasar canutas, o no, porque dicen que son buenos; pero el caso es que me muero desde siempre por ver un fantasma, o varios, y no lo he conseguido hasta ahora.
Aquí, en Buenos Aires, donde vivo, el lugar que más cerca me pilla es el gran café La Ideal, o lo que queda de él, que está en una zona de lo más tanguera: casi en la esquina de la calle Esmeralda con la de Corrientes. Dicen que ahí hay fantasmas.
Yo no he visto ninguno en el destartalado local, idóneo para la aparición de fantasmas.
Lo mismo me ha pasado en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, donde dicen que las noches de luna se muestra el fantasma de una mujer.
Me las he arreglado para observar los bellísimos jardines del museo, donde dicen que aparece el fantasma. Pero en vano, no lo he visto.
La revista Misterio aseguraba en 1991 que sí, que en ese museo hay por lo menos el fantasma de una mujer que se presenta cuando uno menos lo espera, siempre de noche, claro.
Tampoco lo vi, ni de noche ni de día. No tengo suerte con los fantasmas.
© José Luis Alvarez Fermosel
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