miércoles, 30 de abril de 2008

Agua

Una de las obsesiones del posmodernismo es el consumo frecuente y abundante de agua. Todos, mujeres, hombres, niños, ancianos beben grandes cantidades de agua… en el “día a día”, como se dice ahora.
Llevan con ellos a todas partes botellas de plástico de al menos un libro y medio de agua mineral o, si no, las más pequeñas de medio litro.
La gente, repito, de toda edad, sexo y condición entra en el café -¡cómo si en él no le fueran a servir agua!-, en los transportes públicos, en la iglesia, en el albergue transitorio, en la consulta del médico con la botella de agua en la mochila o en el bolso, que tienen un receptáculo especialmente… “diseñado”, como también se dice ahora, para insertar en él la botella de agua. El agua no falta en el coche, donde se pueden almacenar varios envases.
Mucha gente va por la calle bebiendo agua de la botella. Esto ocurre en todo el mundo, no sólo aquí. Yo he visto en Madrid, en la Gran Vía, a un señor maduro impecablemente vestido con un traje cruzado, camisa, corbata de firma, los zapatos brillantes… ¡y una botella de agua mineral de las de medio litro en un bolsillo de la chaqueta, del cual asomaba en parte, deformando la prenda!
En Madrid, también, los quioscos de diarios y revistas expenden agua mineral. Tienen a un costado grandes cajones de botellas y la palabra agua impresa en seis idiomas en carteles a la vista.
Hace ya tiempo que salieron al mercado aguas saborizadas con hierbas y frutas que se consumen muchísimo. Los muchachos del marketing no son tontos.
El trasiego de agua es ya un fenómeno universal.
He hablado con varios médicos acerca de esta tendencia. Todos me dijeron que hay que ingerir líquidos y entre ellos agua, a fin de mantener el organismo hidratado, pero sin exagerar. El consumo de ocho vasos, o dos o tres litros de agua al día no es, no tiene que ser, en manera alguna, imprescindible. En realidad hay que beber agua cuando se tiene sed y, si se hace ejercicio, antes, durante y después de la práctica, pero no demasiada porque de lo contrario su ingesta puede provocar pérdida de magnesio y potasio y afectar el cerebro, el corazón y los músculos.
“Beber tanta agua es una manía, o una moda, por no decir una obsesión; además, no es bueno para la salud: los riñones regulan el metabolismo del agua y los minerales y filtran las impurezas del organismo, pero un exceso de líquido en el cuerpo provoca su colapso”, me dijo el doctor Roberto Díaz, conocido médico clínico, deportólogo y practicante de deportes como la carrera de fondo y la natación.
Se ve que beber agua a todas horas, en toda ocasión, en cualquier parte y, por supuesto, llevar una botella de agua mineral de un litro y medio o dos encima es “cool”, da una imagen de “fitness”, de salubridad, de frescura.
Es como los pilates: una cosa de ahora, moderna, que da “status”, que es de buen tono, que revela que uno está vigente, de moda; es… tendencia, imprime carácter de canchero, de gente que está en la vanguardia, que sabe lo que se trae entre manos.
Es lo que se lleva, una de las cosas que más se llevan, una connotación, una característica, un signo distintivo de la delicuescente sociedad posmoderna.
Agua a todas horas. ¡Señor, señora, muchachas, chicos, no se olviden de la botella de agua!


© José Luis Alvarez Fermosel

Nota relacionada:

“Bebidas inteligentes y… ¡agua!" (http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2007/10/bebidas-inteligentes-y-agua.html)



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Sr. Fermosel: ud. tocó un tema importantísimo. Yo tenía la obsesión de mantenerme delgada,no anoréxica, eso sí. Un buen día escuché que hacía muy bien tomar cuanto más agua mejor, si era posible llegar hasta los 3 litros y medio, mejor. Siempre creí en lo de los 2 litros diarios. Pero en ese momento se me dió por llegar a los 3 y seguí y llegué a los 4. Le sintetizo: me desmayé en la calle, me llevaron a un hospital y el médico que me atendió se horrorizó al escucharme cuando le conté lo que hacía. Tiene un nombre la enfermedad pero no me acuerdo cuál es. Me enfermé de los riñones y perdí sodio y potasio en cantidad muy considerable. Lo primero que me dijo el médico era que tenía que beber agua según la sed que tenía salvo que practique gimnasia. Salí del estado de "crisis acuaria" pero me quedaron secuelas que no se resolvieron muy bien, hasta el día de hoy. Yo también iba con mi botellita en brazos y tardé, como si fuera una adicción, en desacostumbrarme a llevarla. Por lo menos, ahora no lo hago más. Lo que menos pensaba era que también afuera se practicaba. Gracias y un beso. Martha (de Nuñez)

Anónimo dijo...

Me alegro, Martha, de que hayas salido con bien de esa adicción, porque es una adicción, como tantas otras. Esperemos que las secuelas no sean graves y desaparezcan pronto. Muchas de estas cosas, aunque parezca mentira, pasan por hacer lo que vemos hacer a gente que creemos que está muy de onda. Gracias por contarme tu caso. Un beso.