Un diario de Buenos Aires recordó hace algún tiempo que el tú tiene profundas raíces idiomáticas que se remontan a la época de la Roma Imperial, donde César tuteaba incluso a sus generales. Los reyes –los pocos que quedan- mantienen esa costumbre.
En Francia no hubo tanta campechanía –salvo en la Revolución-, lo cual no parece muy coherente, pues los franceses son muy permisivos en todo lo que se refiere a la sociedad y el trato social.
Pese a ello, la juventud francesa, incluída la contestataria –la de las barricadas de aquel mayo francés que pretendía llevar la imaginación al poder- no utilizaba el tuteo bien diferenciado hasta que no hubiera un avanzado grado de confianza.
En Argentina, sobre todo en Buenos Aires, el voseo y el tuteo se impusieron hace ya mucho tiempo en la comunicación verbal cotidiana y, lo que es más, configuraron perfiles propios en la expresión que antes fueron patrimonio exclusivo, o casi, de los chilenos o de los uruguayos.
Todavía no hay aquí consenso acerca de si tutearse es… bueno o malo.
Conocidas figuras de la política, la economía, la literatura y la cultura en general opinaron sobre el tema.
Ernesto Sábato dijo que “la utilización del voseo y el tuteo en forma indiscriminada es un mal general”.
El profesor Alfredo Pizzo, estudioso de las modificaciones linguísticas anuales de la Real Academia Española, considera que el tuteo corresponde a un sentimiento oculto de acercamiento entre los individuos.
El economista Juan Carlos de Pablo sostiene que “la formalidad y la solemnidad cedieron lugar con el paso del tiempo, desde hace ya varios años, a una suerte de liberación de las formas que no incide negativamente en la educación y en las llamadas buenas costumbres”.
Es decir, que el tú y el vos parecen ser más… buenos que malos. Lo malo es que en el posmodernismo se produzcan abusos, por ejemplo cuando gente muy joven tutea a gente mayor sin haberla tratado, o cuando los alumnos tutean a los profesores. Se esgrime así un tuteo desenfadado, no agresivo pero sí chocante.
Peor es que cuando uno tutea –por confianza o por jovialidad- le traten de usted, aunque uno insista en que lo tuteen, y le sigan llamando de usted y con cierto énfasis, como tratando de hacerle entender que el trato social de uno deja bastante que desear.
También hay gente a la que uno fue presentado, con quien dialogó y a quien vio en varias oportunidades y luego, cuando pasa un cierto tiempo sin que uno la vea, le desconoce.
- Pero, hombre, dice uno: Fulano: yo soy Mengano; ¿no te acuerdas? Nos presentó Zutano en casa de Perengano.
- Ah, sí, ¿cómo le va?, dice nuestro interlocutor. Y se va, dejándonos con la palabra en la boca.
Pero volviendo al tú y al vos, o al usted, lo cierto es que el tiempo barre junto con las ilusiones –y otras cosas más tangibles, como los cabellos-, modas, modos e incluso módulos que van siendo sustituídos -no suplantados, que eso es otra cosa- por otros que, a su vez, serán reemplazados o preteridos por una ley tan inmutable como la sucesión del día y la noche.
Renovarse o morir, oigan ustedes. O sea, oir vosotros.
En Francia no hubo tanta campechanía –salvo en la Revolución-, lo cual no parece muy coherente, pues los franceses son muy permisivos en todo lo que se refiere a la sociedad y el trato social.
Pese a ello, la juventud francesa, incluída la contestataria –la de las barricadas de aquel mayo francés que pretendía llevar la imaginación al poder- no utilizaba el tuteo bien diferenciado hasta que no hubiera un avanzado grado de confianza.
En Argentina, sobre todo en Buenos Aires, el voseo y el tuteo se impusieron hace ya mucho tiempo en la comunicación verbal cotidiana y, lo que es más, configuraron perfiles propios en la expresión que antes fueron patrimonio exclusivo, o casi, de los chilenos o de los uruguayos.
Todavía no hay aquí consenso acerca de si tutearse es… bueno o malo.
Conocidas figuras de la política, la economía, la literatura y la cultura en general opinaron sobre el tema.
Ernesto Sábato dijo que “la utilización del voseo y el tuteo en forma indiscriminada es un mal general”.
El profesor Alfredo Pizzo, estudioso de las modificaciones linguísticas anuales de la Real Academia Española, considera que el tuteo corresponde a un sentimiento oculto de acercamiento entre los individuos.
El economista Juan Carlos de Pablo sostiene que “la formalidad y la solemnidad cedieron lugar con el paso del tiempo, desde hace ya varios años, a una suerte de liberación de las formas que no incide negativamente en la educación y en las llamadas buenas costumbres”.
Es decir, que el tú y el vos parecen ser más… buenos que malos. Lo malo es que en el posmodernismo se produzcan abusos, por ejemplo cuando gente muy joven tutea a gente mayor sin haberla tratado, o cuando los alumnos tutean a los profesores. Se esgrime así un tuteo desenfadado, no agresivo pero sí chocante.
Peor es que cuando uno tutea –por confianza o por jovialidad- le traten de usted, aunque uno insista en que lo tuteen, y le sigan llamando de usted y con cierto énfasis, como tratando de hacerle entender que el trato social de uno deja bastante que desear.
También hay gente a la que uno fue presentado, con quien dialogó y a quien vio en varias oportunidades y luego, cuando pasa un cierto tiempo sin que uno la vea, le desconoce.
- Pero, hombre, dice uno: Fulano: yo soy Mengano; ¿no te acuerdas? Nos presentó Zutano en casa de Perengano.
- Ah, sí, ¿cómo le va?, dice nuestro interlocutor. Y se va, dejándonos con la palabra en la boca.
Pero volviendo al tú y al vos, o al usted, lo cierto es que el tiempo barre junto con las ilusiones –y otras cosas más tangibles, como los cabellos-, modas, modos e incluso módulos que van siendo sustituídos -no suplantados, que eso es otra cosa- por otros que, a su vez, serán reemplazados o preteridos por una ley tan inmutable como la sucesión del día y la noche.
Renovarse o morir, oigan ustedes. O sea, oir vosotros.
© José Luis Alvarez Fermosel
2 comentarios:
A mí también me resulta chocante escuchar a un estudiante tutear a su maestro, o a un joven tutear a un anciano o alguien adulto. En Estados Unidos se nota mucho eso, especialmente con los hispanos nacidos aquí que han aprendido español en las calles o con sus padres, a ellos les entiendo esa falta de respeto, ya que no se les inculcó desde pequeños diferenciar entre el tú y el usted. El uso del voseo me parece curioso que muchos países de sudamérica, imitando a los Argentinos lo sigan empleado, creo que es más lindo conjugar con el pronombre tú o usted delante.
Saludos, ha publicado un tema muy interesante.
Querido Baakanit: tu comentario, como siempre, muy atinado. Me alegro que el tema te haya parecido interesante. Un abrazo.
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