domingo, 7 de junio de 2009

La cuadra 28

Termino de leer un libro interesantísimo que me ha regalado mi amigo el Duque Villegas: La cuadra 28 (1), de Pedro María de Ocampo.
De Ocampo es un hidalgo franco-argentino a quien, estando en París en el año 1939, la turbamulta de la Segunda Guerra Mundial arrastra y convierte en testigo y protagonista de los acontecimientos más trascendentales de la historia del siglo XX.
Uno se hace una idea de la densidad humana del autor al leer el último párrafo del prólogo, que firman sus siete hijos: Carolina, Cristina, Carlos, Sofía, María Laura, Isabel y Pauline.
“La lectura de este libro contagia el coraje y la voluntad de su autor de vivir una vida plena. Enseña que se puede vivir sin traicionar valores, y que cultivar la disciplina es el único escudo frente a la debilidad del hombre, Reafirma los valores culturales y la convicción de la trascendencia de la vida humana. Unirá a los que lo descubren con todos los que lo conocen y respetan, que lo admiran y quieren, compartiendo la aventura de su intensa vida”.
Enrolado en la Legión Extranjera Francesa (2), Pedro María de Ocampo combatió en Indochina en defensa de los territorios franceses de ultramar (Vietnam, Camboya y Laos).
Después de varios años de guerra, en los que fue herido y condecorado –es Caballero de la Legión de Honor de Francia y posee la Gran Cruz al Mérito de Alemania y la de Austria-, regresó a la Argentina, la tierra de sus antepasados, donde formó una familia y desplegó importantes actividades relacionadas con la agricultura y la ganadería.
Fue embajador de la Soberana Orden de Malta y es Presidente de Honor vitalicio de la Federación Mundial del Simmental. El gobierno argentino le condecoró con la Gran Cruz del Libertador General San Martín.
La cuadra 28 es el lúcido y vívido documento de una guerra librada en una naturaleza hostil contra el soldado vietnamita, poseedor de una determinación a toda prueba.
El libro de Pedro María Ocampo es también una novela autobiográfica, un diario de operaciones y una concatenación de vivencias, pensamientos y reflexiones enmarcadas por una profusa documentación.
El autor ha construído un relato compacto, sólido, con la exactitud y pormenorización de un parte militar.
Fluyen la adrenalina y la emoción, sin embargo. Pero el protagonista y a la vez autor de este impresionante documento no se sale ni una vez de su papel de notario, de hombre que da fe de lo que pasa a su alrededor con el máximo rigor y el máximo verismo, reservándose para sí no una atalaya, sino un modesto rincón de observador y narrador, lo que habla bien a las claras de su modestia, su humildad y de que el suyo es ese valor sin cólera de los héroes.
Este es, a mi juicio, uno de los grandes méritos de este libro testimonial que nos permite conocer historias como la de
“(…) un pagador en la base de Hanoi que se inscribió voluntariamente para una misión en el sector de Cao Bang. En el curso de violentos combates dió pruebas de sangre fría en varias oportunidades. Provocó la admiración de todos por el coraje que demostró durante la liberación de un convoy fuertemente atacado por un enemigo mucho más numeroso”.
“Citado en el tablero oficial, esa citación le valió el otorgamiento de la Gran Cruz de Guerra del Regimiento con estrella de bronce. Un hombre feliz se encontraría, unos meses después, con una familia emocionada y llena de admiración al ver el regreso del héroe”.
Así escribe Pedro María de Ocampo: directamente, con un lenguaje castrense sin adornos ni heteredoxias, reconociendo el valor de los otros y sin hacer referencia nunca, ni siquiera veladamente, al suyo, que también le hizo merecedor de condecoraciones, llamadas “bananas” en la jerga legionaria.
De los 30 anotados en principio en la cuadra 28 sólo quedaron con vida el autor de este libro y otro legionario. La estadística exime de cualquier comentario.
La cuadra 28, un libro editado por Dunken, de 425 páginas, está ilustrado por dibujos –algunos de los cuales uno piensa que son del propio autor-, mapas y fotografías. Es el libro de un "beau sabreur".
Pedro María Ocampo vive en Buenos Aires, rodeado por el amor y el respeto de sus hijos, que le dieron 25 nietos.


(1) Gran habitación o nave donde se alojan los legionarios, que duermen allí en literas, guardan sus efectos personales y donde suele estar el armero en el que se alinean los fusiles. En la Legión española se llaman compañías a esos recintos. Durante la noche, un centinela llamado imaginaria –al que se va relevando- hace la guardia.
(2) La Legión española, o Tercio de extranjeros, fue fundada a comienzos de los años 20 por el general Millán Astray con ayuda de los jefes y oficiales más capacitados del Ejército español, entre los que se contaba el general Francisco Franco, que entonces ostentaba la graduación de comandante (mayor). Se basó en los tercios del Duque de Alba del siglo XVI, flor y nata de la infantería española, en la que la disciplina era proverbial. También se inspiró en la Legión Francesa, de la que difiere porque la española está integrada más por españoles que por extranjeros.


© José Luis Alvarez Fermosel

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