viernes, 26 de junio de 2009

Las reglas de Queensberry

El boxeo, al que algunos califican de brutal, lo era cuando los combates se desarrollaban a mano limpia y a “finish”. Hasta que alguien vino a regular el acto de dos hombres (ahora también mujeres) peleando con los puños frente a frente sobre un “ring”, intentando… “faenarse”, como dijo el escritor argentino Roberto Arlt.
El marqués de Queensberry, a quien llamaban El Negro porque era de tez morena, pasó a la historia como el creador de las reglas que le dieron fama, que aparecieron en 1867.
La verdad es que él no fue su autor, sino un tal John Graham Chambers, miembro del club Amateur Athletics de Londres, quien según la costumbre de la época, recurrió a un personaje de campanillas para que le patrocinase y diera su nombre a la reglas.
Queensberry era un hombre rudo, muy aficionado a los deportes, sobre todo a los violentos como el boxeo, así que aceptó de mil amores ese papel de patrocinador.
Al marqués se le complicaron las cosas por el “affaire” sentimental de un hijo suyo con el escritor británico Oscar Wilde. Corrían otros tiempos.
Lord Alfred Douglas, hijo de Que­ensberry, fue amante de Oscar Wilde. El marqués acusó públicamente a Wilde de corruptor. Este se defendió denunciando a Queensberry por difamación y hubo un juicio en el que el aristócrata salió absuelto.
En otro sonado proceso, Oscar Wilde fue juzgado y condenado por homosexualidad, lo que en la Ingla­terra victoriana constituía un delito extremadamente grave.
El inolvidable autor de La importancia de llamarse Ernesto, El abanico de Lady Windermere, Salomé y otras obras purgó una pena de dos años de trabajos forzados en la cárcel de Reading, donde escribió su famoso De profundis. A partir de ahí su vida fue un infierno y murió en la ruina y abandonado por todos, a la temprana edad de 46 años.
Las reglas del marqués de Que­ensberry, o de John Graham Cham­bers, son las siguientes:

1.- Prohibición de agarrar al con­trario -en especial por debajo de la cintura- y golpearle la cabeza contra cualquier sitio.
2.- Medición cronométrica del tiempo: tres minutos cada asalto, con un intervalo de un minuto entre “round” y “round”.
3.- Determinación de que el con­tendiente que caiga se levante antes de que el árbitro cuente hasta diez. De lo contrario, se declarará gana­dor al contrincante.
4.- Prohibición de que suba alguien al cuadrilatero mientras se encuentran en él los boxeadores. La prohibición se extiende a los segundos de los pugilistas.
5.- Obligación de calzar guantes de cierto peso y características. Determinación de que se con­sidere caído al boxeador que apoye las rodillas en la lona.


- ¿Reglas de Queensberry? -se preguntaba años ha en las tabernas de Londres cuando se iba a armar una pelea. Si la respuesta era afirmativa, las normas se seguían... más o menos fielmente, más bien menos que más.

© José Luis Alvarez Fermosel

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