jueves, 30 de septiembre de 2010

¿Por qué?

¿Por qué casi todos los bailarines, sobre todo los de tango, son bajitos?
¿Por qué todos los jugadores de fútbol escupen tanto en el estadio, en cuanto tienen un momento libre?
¿Por qué se produce el efecto dominó? En Buenos Aires, en cuanto a la inseguridad urbana se refiere, se repitieron hace poco hasta la saciedad, un día tras otro, los accidentes de camiones. De pronto cesaron, tal como empezaron. Ahora les toca el turno a los llamados “colectivos” (autocares de transporte colectivo de pasajeros).
En lo que respecta al delito, se produjeron hace algún tiempo los llamados secuestros express, que dieron paso a los asaltos en plena calle y, últimamente, a la gente que sale de los bancos con dinero. Esta modalidad se conoce con el nombre de “salideras bancarias”.
Bastó que una mujer rociada con alcohol y prendida fuego muriera para que uno o dos casos similares que se produjeron después hicieran temer que tales horrores se multiplicaran en cadena.
¿Por qué viene todo tan herméticamente embalado, desde los cartones de leche hasta las pastillas para la tos, pasando por las camisas, los medicamentos y otros productos de uso frecuente?
¿Por qué todos los actores y actrices estadounidenses tienen por lo menos dos o tres quistes sebáceos –y algunos más- en la cara, y no se los hacen extirpar, con lo inofensivo y lo indoloro que es? Entre los que tienen ese problema están Robert Redford, Matt Damon –el impecable protagonista de la saga Bourne-, Helen Mirren y Ben Affleck. Los afromericanos, los mayores de cincuenta años, específicamente, tienen desde ambos pómulos hasta la mitad de las mejillas una hilera de bultitos que parecen diminutas verrugas. Fíjense, por ejemplo, en Morgan Freeman.
¿Por qué nadie, ni periodistas ni locutores, y mucho menos traductores de libros sabe cuál es la diferencia entre una pistola y un revólver, con lo fácil que es distinguir una de otro?
¿Por qué siguen escaseando las monedas? ¿Es verdad que hay gente que las vende en paquetitos de diez?
¿Por qué tantas mujeres argentinas -¡tan hermosas, todas…!- se dejan el pelo tan largo? No ha de ser fácil mantenerlo impecable a diario.

© José Luis Alvarez Fermosel

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