lunes, 6 de septiembre de 2010

Por un clavo...

Por un clavo se perdió una herradura; por una herradura, un caballo; por un caballo, un jinete; por un jinete, un reino.
Esta es una expresión proverbial con la que se da a entender que de pequeños descuidos o errores pueden sobrevenir males grandes. A menudo se utiliza en tono irónico.
La frase proviene, según parece, de un hecho histórico ocurrido en tiempos del rey Felipe IV de Francia (1268-1314), cuando este monarca incorporó a sus estados las provincias flamencas.
Nombrado gobernador de ellas Jacobo de Chátillon, conde de Pol, provocó con su mal gobierno, sus abusos y sus escándalos un levantamiento que ocasionaría matanzas sin cuento y, en último término, la rápida emancipación flamenca de la Corona francesa.
La causa inmediata del alzamiento se debió a la intercepción casual por el síndico de Bruselas de un mensaje del conde de Saint-Pol al gobernador de Flandes oriental.
El conde comunicaba a su colega en el recado su decisión de disolver las milicias comunales. Esto terminó de caldear los ánimos nacionalistas de los flamencos.
Lo curioso es que ese anuncio pudo trascender porque el jinete que lo llevaba cayó de su caballo al perder éste una herradura, de la que se había desprendido un clavo. De esa forma pudo decirse que por un clavo... se perdió un reino.

Por la transcripción: J. L. A. F.

No hay comentarios: