William Hogarth (1697–1764) fue uno de los más originales y polifacéticos pintores ingleses de todos los tiempos; excelente grabador y muralista y, en otro orden, escritor y legislador.
Escribió un importante tratado de estética, Analysis of Beauty. Cuatro años después fue nombrado pintor de la corte del rey Jorge II.
Como debido a la popularidad de sus grabados surgieron numerosas falsificaciones, propuso y consiguió que se aprobara una ley de copyright (derechos de autor) en 1735, conocida como la Ley Hogarth.
Fue un magnífico retratista. Pintó entre otras personalidades de la época al famoso cómico Garrick En cuanto a su técnica pictórica en general, podría decirse que viene de los grandes maestros holandeses del siglo XVII. Se distinguió por una gran frescura de la pincelada, rápida y nerviosa, que recuerda algunos trazos de Frans Hals.
Como tantos de sus homólogos, Hogarth cultivó el género autónomo de la conversation piece, alternativa de la corriente del retrato.
Descubrió en la sátira social una suerte de leit motiv para su pintura. Llegó más allá al hacer un género de ese tipo de crítica, que el calificaba de motivo moral moderno.
Fustigó la manía de los miembros de todas las clases sociales de querer ser más que los demás: aristócratas sin un penique, burgueses obsesionados por ascender de cualquier manera en la escala social, eclesiásticos ofuscados por los placeres mundanos y otros personajes que sus pinceles captaron en expresiones y postura en los lindes de la caricatura, con tantos detalles descriptivos que Hogarth se vio obligado en ocasiones a incluir notas explicativas de lo que era una especie de horror vacui.
Una de sus mejores obras es Autorretrato con el perro Trump (1745), que se conserva en la Tate Gallery de Londres. El cuadro tiene una gran fuerza alegórica y poética y, como en otros trabajos, su autor dispone con sabiduría y sutileza los objetos-metáfora.
El crítico Stefano Zuffi recuerda que, en su autorretrato, el busto del artista se apoya en una pila de libros de Shakespeare, Milton y Swift; el perro representa la fidelidad y sobre la paleta resalta la línea de la gracia, que para Hogarth simbolizaba la base de la belleza y la armonía.
Sobre esas excelsitudes se centraron su vida y su obra.
Como ser humano se caracterizó por su afán por la legalidad y su repudio a la impostura, la fatuidad y la pedantería.
© José Luis Alvarez Fermosel
Escribió un importante tratado de estética, Analysis of Beauty. Cuatro años después fue nombrado pintor de la corte del rey Jorge II.
Como debido a la popularidad de sus grabados surgieron numerosas falsificaciones, propuso y consiguió que se aprobara una ley de copyright (derechos de autor) en 1735, conocida como la Ley Hogarth.
Fue un magnífico retratista. Pintó entre otras personalidades de la época al famoso cómico Garrick En cuanto a su técnica pictórica en general, podría decirse que viene de los grandes maestros holandeses del siglo XVII. Se distinguió por una gran frescura de la pincelada, rápida y nerviosa, que recuerda algunos trazos de Frans Hals.
Como tantos de sus homólogos, Hogarth cultivó el género autónomo de la conversation piece, alternativa de la corriente del retrato.
Descubrió en la sátira social una suerte de leit motiv para su pintura. Llegó más allá al hacer un género de ese tipo de crítica, que el calificaba de motivo moral moderno.
Fustigó la manía de los miembros de todas las clases sociales de querer ser más que los demás: aristócratas sin un penique, burgueses obsesionados por ascender de cualquier manera en la escala social, eclesiásticos ofuscados por los placeres mundanos y otros personajes que sus pinceles captaron en expresiones y postura en los lindes de la caricatura, con tantos detalles descriptivos que Hogarth se vio obligado en ocasiones a incluir notas explicativas de lo que era una especie de horror vacui.
Una de sus mejores obras es Autorretrato con el perro Trump (1745), que se conserva en la Tate Gallery de Londres. El cuadro tiene una gran fuerza alegórica y poética y, como en otros trabajos, su autor dispone con sabiduría y sutileza los objetos-metáfora.
El crítico Stefano Zuffi recuerda que, en su autorretrato, el busto del artista se apoya en una pila de libros de Shakespeare, Milton y Swift; el perro representa la fidelidad y sobre la paleta resalta la línea de la gracia, que para Hogarth simbolizaba la base de la belleza y la armonía.
Sobre esas excelsitudes se centraron su vida y su obra.
Como ser humano se caracterizó por su afán por la legalidad y su repudio a la impostura, la fatuidad y la pedantería.
© José Luis Alvarez Fermosel
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