Nada se sabe aún acerca de la verdadera naturaleza, y los antecedentes, del doble atentado que perpetró el viernes, 22 de julio, en Oslo y una isla cercana, una especie de cruzado antiislámico: Anders Behring Breivik, noruego, de 32 años, que dejó 93 muertos y casi la misma cantidad de heridos, algunos de extrema gravedad, según el último recuento oficial. Pero la policía está manejando ya otras cifras.
Breivik, que ya ha confesado sus crímenes, hizo estallar un coche bomba frente a la sede gubernamental, en pleno centro de Oslo (600000 habitantes), que provocó siete víctimas fatales y destrozos en 150 metros a la redonda.
Dos horas después se desplazó a la isla de Utoya, a unos 40 kilómetros de la capital noruega, disfrazado de policía, y mató por lo menos a 86 personas a tiros, aunque en las últimas horas se habla de 68. El asesino utilizó un fusil de asalto M16 cargado con balas explosivas y una pistola semiautomática Glock del 9 largo.
La mayoría de las víctimas son adolescentes y jóvenes pertenecientes al Partido Laborista de Noruega –próximo a la socialdemocracia- que estaban reunidos en un campamento de verano.
A partir de entonces, y como es de rigor, se suceden las clásicas “informaciones confusas y contradictorias”.
La policía tardó más de hora y media en llegar al lugar de la matanza. Según algunos dichos, le llevó veinte minutos detener y reducir al agresor. Según otros, éste se entregó inmediatamente a las fuerzas del orden.
La policía se debate entre la postración y la estolidez. Quizá fuera conveniente que algún organismo de seguridad internacional especializado en antiterrorismo le diera una mano.
Interrogantes y contradicciones
Las fuerzas de seguridad y el minúsculo servicio de inteligencia de Noruega, el PST, están recibiendo acerbas críticas, toda vez que lo que ya se considera como el hecho más violento desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue anunciado en un manifiesto de 1500 páginas, escrito en inglés, con una cruz de los Templarios en la primera página y posteado en Internet por el asesino unas horas antes de empezar sus ataques.
Con anterioridad había subido un extenso vídeo en You Tube en el que expresaba una salvaje hostilidad contra el Islam, el marxismo y el multiculturalismo.
Nadie leyó el manifiesto, nadie vio el vídeo, nadie se enteró de nada. El periódico noruego VG reveló el 24 de julio en su edición digital que la declaración de Breivik está copiada en su mayor parte de un texto del terrorista estadounidense Ted Kacynski, conocido como el Unabomber, que entre 1978 y 1995 mató a tres personas enviando 16 paquetes-bomba a universidades, líneas aéreas y otras oficinas públicas y privadas de California, Utah y Michigan.
No era una amenaza seria…
El Partido del Progreso representa la extrema derecha noruega, que en las elecciones de 2009 obtuvo casi el 23 por ciento de los votos. Se trata de una fuerza política antimusulmana y xenófoba, la segunda del país. Anders Behring Breivik fue durante dos años responsable del movimiento juvenil de ese partido en Oslo.
Según la prensa noruega, el terrorista se declaraba “nacionalista” en la web Document.no, caracterizada por su postura crítica al Islam. ¿Por qué entonces no atacó a la comunidad musulmana?
En su manifiesto, Breivik sostiene que “una invasión musulmana abre restaurantes como cabezas de puente para islamizar Europa”. Pero él acudía regularmente al Milano de Rena –cerca de Oslo-, donde comía pasta servida por los musulmanes Ali Aykut y Bilal Guclu, nacidos en la ciudad turca de Konya.
Ambos declararon a medios informativos que el asesino de Oslo y Utoya los trataba con gran cortesía y se mostraba muy amistoso con ellos, más que casi todos sus otros clientes noruegos.
El taxista Arild Tangen de Rena, que solía llevar a Breivik al restaurante de los turcos, habló acerca de la vestimenta elegante que lucía el terrorista y su exquisitas maneras. Tangen, a quien se describe como un hombre alto, rubio, de unos 40 años, mostró su asombro por el hecho de que Breivik matara a jóvenes compatriotas, siendo rabiosamente antiislámico.
La directora del servicio secreto noruego, Janne Kristiansen, minusvaloró la reiterada provocación de la extrema derecha. Según el último parte de evaluación de amenaza elaborado por el PST, la ultraderecha “no es una amenaza seria”.
La titular del PST había desestimado en marzo pasado, por considerarlo “un hecho anodino”, una lista de una empresa polaca con nombres de personas sobre las que indagar, entre las que se encontraba Breivik, que compraron productos químicos… “non sanctos”, según parece.
Pudo saberse que el criminal adquirió también, para una granja de su propiedad, grandes cantidades de fertilizantes que contienen nitrato de amonio, apto para confeccionar explosivos.
La falta de anticipación constituye el talón de Aquiles de todos los servicios secretos del mundo.
Pésame a Noruega
Es posible que cuando se profundice la investigación se descubra quién está detrás de esta doble matanza que ha horrorizado al mundo. Su autor ha dicho en las últimas horas -revelaron las autoridades-, que contó con el apoyo de dos celúlas, como era de esperar.
El solo, sin formación de comando –al menos no se ha informado que la tuviera- no parece haber sido capaz de organizar y perpetrar tamaña monstruosidad con tanta precisión.
Falta saber a quién responden esas células, falta saber muchas cosas. Falta localizar y detener a los cómplices del cristiano ultramontano, probablemente neonazi, que ha sumido a Noruega en el desconcierto, la consternación y el dolor.
Expresamos nuestro sentido y sincero pésame a uno de los países más cultos, más amables y más acogedores del mundo, en el que pasamos horas felices en nuestros tiempos de viajeros ávidos e impenitentes por una Europa en la que todo estaba cerca y a mano.
Y lo fundamental: todo era grato, colorido y simpático. Y uno aprendía de sus universidades, sus museos, sus bibliotecas, sus teatros, su gente…
Y reinaba la paz.
© José Luis Alvarez Fermosel
No hay comentarios:
Publicar un comentario