jueves, 7 de julio de 2011

Los "sanfermines"

Nacido en Pamplona, capital de Navarra, Fermín llegó a ser obispo, durante la administración romana, de esta ciudad que le venera como Patrón. Murió mártir de su fe hacia la mitad del siglo III. Posteriormente fue ungido santo en los altares de la religión católica y su fiesta se celebra el 7 de julio.
San Fermín dio su nombre a unas fiestas que quizás sean las más populares, vitales, desaforadas, frenéticas y conocidas en España y una buena parte del mundo.
Se escucha la copla: Uno de enero, dos de febrero, tres de marzo, cuatro de abril, cinco de mayo, seis de junio, siete de julio San Fermín…

El “chupinazo”

A las doce en punto del 6 de julio, desde el Ayuntamiento (Municipalidad) de Pamplona, un concejal grita: “¡Viva San Fermín!”, y prende un cohete, a cuyo estampido se llama “chupinazo”.
Así empiezan las fiestas de San Fermín, directamente relacionadas con los festejos taurinos que comenzaron en la Península en 1385. El “chupinazo” es nuevo: data de 1901. Las festividades terminan el 14 de julio. Todo el mundo canta ese día: “¡Pobre de mí, pobre de mí, ya se acaban las fiestas de San Fermín…!”
Antes, los mozos, vestidos de blanco, con fajas rojas que les ciñen la cintura y pañuelos del mismo color al cuello, han corrido delante de los toros en el llamado “encierro”, o traslado de los cornúpetas a la plaza, inaugurada en 1922, con un aforo de 19500 localidades.
En el “encierro” se disparan tres cohetes. El primero anuncia que se abren los corrales. Otro señala que toros y cabestros (toros mansos que sirven de guía) están ya en la calle. Cuando los toros entran en el toril suena el tercero.
Desde 1867, se corre delante de los toros por la calle de la Estafeta, de 825 metros de largo. La carrera dura de dos a tres minutos, que mientras sientes el aliento del toro delante del que estás corriendo en la nuca te parecen de dos a tres siglos.

Sangre fría y buen estado físico

Para correr bien es necesario tener sangre fría y estar en buena forma física. Hay que correr por el centro de la calle y mirando palante, patrás y al suelo, colocarse o meterse en un lugar determinado y conservarlo, midiendo la distancia que nos separa del toro con un diario enrollado en la mano, con el brazo extendido de modo que casi toque los cuernos.
El montón (caída multitudinaria más sangrienta) se produjo en 1975: un muerto y 16 heridos graves. Desde 1997 hasta ahora hubo 12 muertos, según las cifras oficiales. Según las extraoficiales son más.
En Pamplona hay 18 camas de hospital por cada 1000 habitantes, que no llegan a 200000, pero que en San Fermín pasan del medio millón.
Durante las fiestas de San Fermín se come y se bebe de lo lindo. Las meriendas en la plaza de toros son habituales, ¡y copiosas!. En 1618, en una corrida de ¡12 toros!, el virrey ofreció una merienda de 12 platos.
Se come sobre todo bacalao al ajoarriero, lomo de buey asado, estofado de rabo de toro y magras con tomate, o jamón serrano dado una vuelta por la sartén, embebido en una salsa hecha con tomate frito. Se bebe vino en bota, zurracapote (vino tinto con gaseosa) y sangría. No se desprecia el pacharán (un aguardiente hecho de arándanos), ni ninguna bebida alcohólica.

Más de 300 restaurantes

En Pamplona y sus cercanías hay más de 300 restaurantes y casi 3000 camas. Es la única ciudad de Europa en la que se permite dormir en los parques públicos en fiestas. Nueve meses después de San Fermín, aumentan considerablemente los nacimientos en Pamplona y sus alrededores… Antes, muchos mozos rompían tradicionalmente con sus novias durante las fiestas.
Cuando empezaron a venir a España las suecas y otras mujeres de otros países de Europa, todas bellísimas, a nosotros, los rudos carpetovetónicos, nos entró una especie de fiebre y se produjeron muchos y hermosos idilios entre turistas y los naturales del país, no sólo en Pamplona y durante la celebración de los “sanfermines”…
¡Hoy empezaron las fiestas de San Fermín en Pamplona! Otro año que me las pierdo, que no correré delante de los toros, ni comeré bacalao a la vizcaína, ni beberé zurracapote ni cantaré eso de ¡A Pamplona hemos de ir, con una manta, con una manta; a Pamplona hemos de ir, con una manta y un calcetín…!

© José Luis Alvarez Fermosel

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