jueves, 7 de enero de 2010

El interés por lo externo

Los falsos intelectuales de gafas cuadradas con marco negro de Martín Nahara dicen de un colega y amigo mío, con intención de crítica, que se interesa mucho por todo lo externo, desde el rugby hasta el cine.
¡Pues, hombre, eso no está mal! Lo externo es el rugby, cierto es, y el cine, pero también el mar, con hermosas mujeres en “top less” en la arena de la playa y la vela de un balandro a lo lejos.
Los jardines, las plazas –con árboles, fuentes, novios, perros, pájaros-, el cielo, el sol, la luna, las estrellas, las flores…
Los teatros, los museos…, ¡los bares! están en la calle.
La risa sale de dentro, pero cascabelea fuera, lo mismo que la libido, que hace su catársis en el exterior.
“Es peligroso asomarse al exterior”, decía un cartel en los trenes de España, hace muchos años. Enrique Jardiel Poncela, el eslabón perdido y hallado entre la gruesa gracia española y el sutil humor, a veces esotérico, de Europa, escribió una deliciosa comedia con ese título.
Quizás sea malo asomarse a un precipicio, o a un mar embravecido desde un promontorio; abrir la puerta de una determinada habitación en un determinado momento, mirar desde la ventana sin baranda de un piso muy alto a la calle: un estrecho hormiguero de macadám; más peligroso aún es asomarse a un escote, sobre todo si está bien provisto.
Vivir, estar siempre dentro, encerrarse, reconcentrarse, aunque sea en el fondo de un poderoso cerebro capaz de crear cosas magníficas desde la introspección, y sacarlas a la luz de dentro para fuera, está muy bien.
¿Lo de fuera, lo externo, no tiene ningún valor, o tiene poco? ¿La descripción es un recurso? ¿Hay que ir por la vida con anteojeras, como las mulas?.
De otro compañero y compatriota mío, Alfonso Sánchez, que trabajaba en el tabloide vespertino “Informaciones” de Madrid dijeron que se interesaba por todo lo exterior, del teatro a las corridas de toros.
Llevaba una sección en la revista de humor “La Codorniz” que se titulaba “Nada con sifón”. La firmaba Chistera.
Otro excelente cultor del artículo, también español, Francisco Umbral decía que era imposible escribir nada tan primoroso sobre la pura nada, una nada de arabesco, mundanismo y gracia. Una nada plateresca.
Las depresiones endógenas son terribles.


© José Luis Alvarez Fermosel

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