Seguimos a vueltas con la diferencia entre la verdad y la realidad, y otras cuestiones como la razón, la racionalidad, lo racional, la existencia del mundo, la vida, el pensamiento y otras que han manejado los filósofos desde tiempos inmemoriales.
¡Ah, los filósofos, creadores de corrientes de pensamiento, instaladores de teorías que durante mucho tiempo se consideraron axiomáticas!
Según los textos Vedas, en los que se concentra la antigua sabiduría india, este mundo en el que nos debatimos cada vez con más furia es pura ilusión. Es imposible no recordar a Shakespeare y la frase de su Macbeth (acto quinto, escena quinta): “La vida es un cuento contado por un idiota lleno de ruido y furia que no significa nada”.
Anaxágoras de Clazomene fue uno de los primeros filósofos que supuso la existencia de un espíritu racional (el Nous) responsable de haber ordenado el universo a partir del caos originario. O sea, que no creía, ni mucho menos propugnaba que el mundo fuera una ilusión.
El escritor y profesor de filosofía español Pedro González Calero recuerda en su libro “Filosofía para bufones” que Anaxágoras gozó por su teoría de una consideración especial, fundamentalmente entre los filósofos presocráticos, quienes llegaron a decir de él que parecía un hombre sobrio en medio de una runfla de borrachos.
Muchos filósofos posteriores negaron la existencia del mundo y de la realidad, entre ellos Schopenhauer, para quien la última es una simple representación que se produce en nuestra mente, un velo que nos tapa los ojos y nos hace ver espejismos.
Ya en el siglo XX, el filósofo inglés Georges E. Moore, defensor del realismo y del sentido común afirmaba, con un “sense of humour” muy británico, que para demostrar la existencia del mundo exterior bastaba con extender las manos hacia fuera.
Doscientos años antes el también británico David Hume defendió el empirismo radical, o la doctrina según la cual sólo es confiable la información que proveen los sentidos. Hume propuso aderezarla con una buena dosis de sentido común.
La historia de la filosofía, hecha con las teorías de los filósofos desde que el mundo es -o no es- mundo está llena de contradicciones e impregnada de mitología. Se somete hoy en día, por fortuna, a un razonable proceso de revisionismo, si no de desmitificación.
Recomendamos en ese sentido la lectura del libro “El olvido de la razón”, de uno de los mejores, si no el mejor pensador argentino de la actualidad, Juan José Sebreli.
Se trata de una obra escrita con precisión, lucidez y objetividad que descalifica con una argumentación incontrovertible tendencias y corrientes que ocultan en muchos casos, con artilugios retóricos, vocaciones fanáticas, dudosos ejercicios de omnipotencia y turbias complejidades psicológicas.
¡Ah, los filósofos, creadores de corrientes de pensamiento, instaladores de teorías que durante mucho tiempo se consideraron axiomáticas!
Según los textos Vedas, en los que se concentra la antigua sabiduría india, este mundo en el que nos debatimos cada vez con más furia es pura ilusión. Es imposible no recordar a Shakespeare y la frase de su Macbeth (acto quinto, escena quinta): “La vida es un cuento contado por un idiota lleno de ruido y furia que no significa nada”.
Anaxágoras de Clazomene fue uno de los primeros filósofos que supuso la existencia de un espíritu racional (el Nous) responsable de haber ordenado el universo a partir del caos originario. O sea, que no creía, ni mucho menos propugnaba que el mundo fuera una ilusión.
El escritor y profesor de filosofía español Pedro González Calero recuerda en su libro “Filosofía para bufones” que Anaxágoras gozó por su teoría de una consideración especial, fundamentalmente entre los filósofos presocráticos, quienes llegaron a decir de él que parecía un hombre sobrio en medio de una runfla de borrachos.
Muchos filósofos posteriores negaron la existencia del mundo y de la realidad, entre ellos Schopenhauer, para quien la última es una simple representación que se produce en nuestra mente, un velo que nos tapa los ojos y nos hace ver espejismos.
Ya en el siglo XX, el filósofo inglés Georges E. Moore, defensor del realismo y del sentido común afirmaba, con un “sense of humour” muy británico, que para demostrar la existencia del mundo exterior bastaba con extender las manos hacia fuera.
Doscientos años antes el también británico David Hume defendió el empirismo radical, o la doctrina según la cual sólo es confiable la información que proveen los sentidos. Hume propuso aderezarla con una buena dosis de sentido común.
La historia de la filosofía, hecha con las teorías de los filósofos desde que el mundo es -o no es- mundo está llena de contradicciones e impregnada de mitología. Se somete hoy en día, por fortuna, a un razonable proceso de revisionismo, si no de desmitificación.
Recomendamos en ese sentido la lectura del libro “El olvido de la razón”, de uno de los mejores, si no el mejor pensador argentino de la actualidad, Juan José Sebreli.
Se trata de una obra escrita con precisión, lucidez y objetividad que descalifica con una argumentación incontrovertible tendencias y corrientes que ocultan en muchos casos, con artilugios retóricos, vocaciones fanáticas, dudosos ejercicios de omnipotencia y turbias complejidades psicológicas.
© José Luis Alvarez Fermosel
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