domingo, 21 de febrero de 2010

Hopper vuelve a Italia

Sale de nuevo a la luz, de entre sus sombras, Edward Hopper, el pintor que llevó a sus cuadros los horizontes lejanos de los paisajes estadounidenses, aliñando en su paleta las luces y sombras de un estilo de vida al que no fueron ajenas la rutina, la rigidez y la grisura del anonimato.
Personas que se adivinan hastiadas, solitarias, perdidas en un vacío del que no saben, o no pueden salir, en un mundo cerrado e impersonal, quedaron impresas en las oscuras telas de Hopper.
El considerado como uno de los mejores, si no el mejor pintor norteamericano de todos los tiempos, expresó en sus paisajes y en sus interiores –desiertas gasolineras en el límite de la ciudad con el campo, cafeterías nocturnas, habitaciones de hotel, oficinas, casas cuyos habitantes se han ido-, un sentimiento de soledad y de distancia. Vistas anónimas, imposibles de localizar en ninguna geografía.
De extraordinaria habilidad para la composición, calculó matemáticamente los espacios vacíos entre las figuras, la geometría de los escenarios y la ubicación de las luces, logrando así medias tintas de gran intensidad poética pero que al verlas causan una impresión ligeramente angustiosa, al reflejar la soledad y el aislamiento con tanto verismo.
Doscientas obras de Hopper se exponen actualmente en Roma, hasta el 13 de junio de este año. Un cable de la agencia EFE, que firma Mónica Faro, da a conocer todos los detalles.

© José Luis Alvarez Fermosel

No hay comentarios: