lunes, 22 de febrero de 2010

Juego de versos antiguos y alguno moderno

El colosal poeta argentino Raúl González Tuñón –tan injustamente preterido- le dedicó el siguiente verso a Juan de Tassis, conde de Villamediana.

"Dejó un cuadro, un puñal y un soneto".
Manuel Machado.

Pronto partió dejando poco escrito.
No fue, exactamente, Oliveretto,
pero hubo amor, intriga, duelo, muerte,
y un soneto
“Silencio, en tu sepulcro deposito”.

La última línea –entrecomillada- del poemita de González Tuñón corresponde al título y a las primeras palabras de estos versos de Villamediana:

Silencio, en tu sepulcro deposito
ronca voz, pluma ciega y triste mano,
para que mi dolor no cante en vano
al viento dado y en la arena escrito.

Tumba y muerte de olvido solicito,
aunque de avisos más que de años cano,
donde hoy más que a la razón me allano,
y al tiempo le daré cuanto me quito.

Limitaré deseos y esperanzas,
y en el orbe de un claro desengaño
márgenes pondré breves a mi vida,

para que no me venzan asechanzas
de quien intenta procurar mi daño
y ocasionó tan próvida huída.

Bien, ¿pero quién fue el Oliveretto que cita González Tuñon en su poema? Pues un perdís que hizo las mil y una en la corte de los Medici y a quien Manuel Machado dedicó la siguiente poesía. Tuñón cita en su poema dedicado a Villamediana la última frase de éste de Machado, que transcribimos a continuación:

Fue valiente, fue hermoso, fue artista.

Inspiró amor, terror y respeto.
En pintarle giadiando desnudo
ilustró su pincel Tintoretto.
Machiavelli nos narra su historia
de asesino elegante y discreto.
César Borgia lo ahorcó en Sinigaglia...
Dejó un cuadro, un puñal y un soneto.


© José Luis Alvarez Fermosel


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