viernes, 5 de marzo de 2010

Mujeres peligrosas


Este libro reúne una interesante serie de relatos de escritores de novelas policíacas de gran renombre: un compendio delicioso, también diabólico y siempre fascinante, que presenta al lector una galería de personajes femeninos muy difíciles de olvidar.
El compilador fue Otto Penzler, considerado como uno de los mayores conocedores del género policial por Robert Brown Parker, escritor, a su vez, de novelas de la serie negra, infaustamente desaparecido en enero de 2010.
El volumen, de 413 páginas, fue traducido por Mirta Rosenberg y publicado por Editorial El Ateneo.
Penzler escribió de “Mujeres peligrosas” lo siguiente:

¿Qué hace peligrosa a una mujer? Existen innumerables opiniones al respecto, dependiendo de la experiencia del hombre o la mujer que responda.
Por las mujeres peligrosas, los hombres han matado, traicionado a su patria, a sus seres y a sí mismos, han abdicado de sus tronos y cometido suicidio. A veces, las mujeres peligrosas han sido dignas de esos gestos... dignas de que alguien arriesgara todo y abandonara las co­sas más preciadas.
Muchos detectives de la literatura han reparado en las muje­res peligrosas. Sam Spade se enamoró de Brigid O'Shaughnessy, mientras que Philip Marlowe y Lew Archer han sido frecuente­mente perseguidos por ellas, y a veces se dejaron atrapar.
Sherlock Holmes, aunque se permitió enamorarse de Irene Adler ("la cosa más primorosa que puede encontrarse en este pla­neta debajo de un sombrero"), sentía una famosa e intensa aver­sión hacia casi todos los miembros del sexo opuesto. "Nunca se puede confiar del todo en las mujeres... ni siquiera en las mejores", afirma Holmes en El signo de los cuatro. "Le aseguro que la mujer más encantadora que conocí en mi vida fue ahorcada por envene­nar a tres niños pequeños, para cobrar el dinero del seguro".
Aunque Archie Goodwin ama a las mujeres, su jefe, Nero Wolfe, habla generalmente como un misógino. "Se puede confiar en las mujeres para cualquier cosa, salvo en su constancia", dice. Y más aún, cuando se lo encuentra particularmente de mal humor, declara: "Las vocaciones a las que mejor se adaptan son la argucia, el enredo, la autopromoción, la zalamería, la hipocresía y la pro­creación".
Y ni Holmes ni Wolfe se topan con mujeres peligrosas en es­tas páginas. Esas mujeres los habrían consternado y horrorizado. Y también fascinado, tal como presumo que le ocurrirá a usted. Verían frustado su deseo de saber qué se proponían ellas, hacia dón­de pretendían ir, qué adorables trucos escondían en la manga.
A partir del duradero éxito de Hammett, Chandler, Mac Donald, Doyle y Rex Stout, resulta claro que esos escritores entendían mucho, incluyendo la capacidad de seducción, de cierta clase de mujeres peligrosas. Los autores incluidos en este volumen han de­mostrado similares logros al presentar un conjunto de femmes fatales para deleite del lector... y para provocarle un estremecimiento de alivio porque ninguna de ellas forme parte de su vida. Al menos, por su bien, es de esperar que no lo sean.

Notas relacionadas:

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Héroes entre luces y sombras.
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