Nuestra inconsciencia es la clave de nuestros objetivos. (Karl Jung)
Sigue corrompiéndose el idioma español, con la estólida permisividad de la Real Academia Española (RAE).
De modo que no nos extrañaría que en muy poco tiempo la docta corporación cobijara a las últimas expresiones que han adoptado ya presentadores, reporteros de calle de radio y televisión, redactores de diarios y otras publicaciones y, naturalmente, los esnobs que esperan ansiosamente todo lo que pueda diferenciarlos de los demás, dándoles a ellos un lugar preponderante.
También las dicen muchos profesionales: abogados, médicos, ingenieros, “filósofos” y, ni que decir tiene, políticos y toda la runfla de mentores, asesores, punteros y truchimanes que los acompañan.
La gente, el pueblo, el hombre de la calle, que tiene tantos dichos expresivos, cargados de humor, ingeniosos, está olvidándolos y, a fuerza de oir barbaridades, las incorpora a su lengua.
Aunque parezca mentira, ya se escuchan en todas partes y a todas horas las palabras que siguen, que no nos extrañaría que pudiéramos leer en cualquier momento en el diccionario de la RAE, que esta cada vez más rara:
Traslucir por condición de translúcido, oscarizar por otorgar el premio Oscar, asociativismo por asociación, elitear por manejarse con elites, o ser elitista; elitarista por elitista, miembra por miembro perteneciente al sexo femenino, repitencia por repetición, espiralizar por entrar en una espiral, o algo así; inversionar por invertir, conectividad, conneción y conección por conexión, equitatividad por equidad, avisante por avisador…
Sigue corrompiéndose el idioma español, con la estólida permisividad de la Real Academia Española (RAE).
De modo que no nos extrañaría que en muy poco tiempo la docta corporación cobijara a las últimas expresiones que han adoptado ya presentadores, reporteros de calle de radio y televisión, redactores de diarios y otras publicaciones y, naturalmente, los esnobs que esperan ansiosamente todo lo que pueda diferenciarlos de los demás, dándoles a ellos un lugar preponderante.
También las dicen muchos profesionales: abogados, médicos, ingenieros, “filósofos” y, ni que decir tiene, políticos y toda la runfla de mentores, asesores, punteros y truchimanes que los acompañan.
La gente, el pueblo, el hombre de la calle, que tiene tantos dichos expresivos, cargados de humor, ingeniosos, está olvidándolos y, a fuerza de oir barbaridades, las incorpora a su lengua.
Aunque parezca mentira, ya se escuchan en todas partes y a todas horas las palabras que siguen, que no nos extrañaría que pudiéramos leer en cualquier momento en el diccionario de la RAE, que esta cada vez más rara:
Traslucir por condición de translúcido, oscarizar por otorgar el premio Oscar, asociativismo por asociación, elitear por manejarse con elites, o ser elitista; elitarista por elitista, miembra por miembro perteneciente al sexo femenino, repitencia por repetición, espiralizar por entrar en una espiral, o algo así; inversionar por invertir, conectividad, conneción y conección por conexión, equitatividad por equidad, avisante por avisador…
© José Luis Alvarez Fermosel
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